Mons. Lozano y las sensaciones de su primer año en San Juan
Poco a poco, una realidad geográfica se fue poblando de personas, familia, grupos Una realidad dinámica, con sus procesos desplegados, sus caminos recorridos. Vida compartida y comprometida en la misión de la Iglesia, indicó en su reflexión semanal.
El prelado recordó que varios me preguntaban con ansiedad cuáles eran mis orientaciones pastorales y si iba a dar algunas directivas o fijar objetivos de trabajo.
En realidad no es adecuado que esas decisiones las discierna yo solo en mi escritorio o con la participación de unos pocos. Por eso estamos conformando el Consejo Pastoral Arquidiocesano, para que hagamos ese camino con las diversas vocaciones, servicios, ministerios y carismas de la Iglesia en San Juan, explicó.
Pero, como nos enseña el papa Francisco, el objetivo de estos procesos participativos no será principalmente la organización eclesial, sino el sueño misionero de llegar a todos. La principal preocupación no es la estructura sino la vitalidad, no son los cargos y organigramas sino la fidelidad a la vocación, aseguró.
El arzobispo sanjuanino sugirió reconocer que los horizontes ya están trazados con claridad y los enumeró con palabras del Papa: Iglesia en salida, pobre y para los pobres, que vive la alegría del Evangelio, y que nos convoca a ser discípulos misioneros de Jesucristo.
Tras enumerar algunos documentos del pontífice a los que consideró muy importantes en el camino de su Magisterio, afirmó que la tarea que tenemos consiste en ver cuál es nuestro punto de partida y el de cada comunidad. Desde dónde debemos partir hacia esos horizontes.
Monseñor Lozano pidió a Jesús que lo ayude a plasmar lo que enseña Francisco acerca de la misión del obispo y sostuvo que es una tarea artesanal para la cual contamos con el Evangelio, con la Gracia del Espíritu Santo, y con la sabiduría y generosidad del Pueblo de Dios.
Estamos transitando un tiempo apasionante en la vida de la Iglesia. Somos convocados, llamados juntos, para dar testimonio del amor de Dios. Vuelvo a poner este tiempo en el corazón y la intercesión de tres grandes hombres que nos muestran el camino: San Juan Bautista, el Precursor de Jesús apasionado por la verdad; San José Gabriel del Rosario Brochero, enamorado de Jesús con su vida pobre y entregada; y el Siervo de Dios monseñor José Américo Orzali, el Buen Pastor de Cuyo, incansable en recorrer las comunidades y alentar la predicación de la fe, concluyó.+
Publicar un comentario