Sólo hay que temer la muerte “del corazón endurecido por el mal”, advirtió Francisco
Lo hizo al comentar el Evangelio que narra la curación de la hija de Jairo que resucita después de que Jesús le ordena: ‘¡Levántate!’ y la curación de una mujer que sufría hemorragias y se cura al tocar el manto de Jesús.
“Incluso si hemos caído en lo bajo, su voz tierna y fuerte nos dice: ‘¡Álzate!’”, aseguró el pontífice, al advertir que ambos relatos tienen “un único centro: la fe, y muestran a Jesús como fuente de vida, como Aquel que vuelve a dar la vida a quien confía plenamente en Él”.
“Los dos protagonistas, es decir, el padre de la niña y la mujer enferma, no son discípulos de Jesús y sin embargo son escuchados por su fe”, señaló Francisco, y detalló que a partir de esto “comprendemos que en el camino del Señor están admitidos todos: ninguno debe sentirse un intruso, un abusivo o uno que no tiene derechos. Para tener acceso a Su corazón hay un solo requisito: sentirse necesitado de curarse y confiarse a Él”.
El Santo Padre explicó que Jesús descubre “a estas personas entre la muchedumbre y les quita el anonimato, los libera del miedo de vivir”, y lo hace “con una mirada y con una palabra que los pone de nuevo en camino después de tantos sufrimientos y humillaciones”.
Finalmente, señaló que “estamos llamados a aprender y a imitar estas palabras que liberan y estas miradas que restituyen - a quien no tiene - las ganas de vivir”.
“Jesús es el Señor, delante a Él la muerte física es como un sueño: no hay motivo para desesperarse”, concluyó.
Paz en Nicaragua
“Renovando mi oración por el amado pueblo de Nicaragua, deseo unirme a los esfuerzos que están realizando los obispos de este país y tantas personas de buena voluntad, en su rol de mediación y testimonio para el proceso de diálogo nacional en curso en el camino a la democracia”, expresó Francisco después de rezar la oración mariana de cada domingo, ante una multitud de fieles reunidos en la Plaza San Pedro.
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