La Asociación Nacional Mutilados e Inválidos por el Trabajo, Anmil, por sus siglas en italiano, desarrolla una función social muy importante, por lo que el Papa, en su discurso, les manifestó su estima y gratitud.
A todos quienes sufrieron un accidente en el trabajo con consecuencias permanentes y viven una situación de particular sufrimiento, sobre todo cuando la minusvalía les impide continuar yendo a trabajar y proveer para su familia, el Santo Padre les expresó su cercanía.
La escasez de los recursos, que justamente preocupa a los gobiernos, no puede tocar estos ámbitos delicados, porque los cortes deben tener que ver con los desperdicios, y jamás se debe reducir la solidaridad, advirtió el Papa.
La indispensable dimensión asistencial no debe tocar los compromisos de la sociedad y de esta asociación, que, en su Estatuto, prevé que se busque la integración o reintegración profesional y social, y está atenta a que la solidaridad se conjugue siempre con la subsidiaridad, de manera que a cada uno se le permita ofrecer al bienestar común su propia contribución.
“Este objetivo se debe buscar y construir en toda circunstancia y ámbito social, de manera que, por un lado, no falte nunca la solidaridad, y, por el otro, no permitir que haya acciones pasivas sobre todo de quien puede dar aún más, dar una contribución más importante al mundo del trabajo, involucrándolo activamente, aprovechando sus capacidades”, añadió.
En ese sentido, el Papa pidió ayuda a toda la comunidad civil para superar la falaz y dañina equivalencia perjudicial entre el trabajo y la productividad, que lleva a medir el valor de las personas en función de la cantidad de bienes o riqueza que producen, reduciendo el engranaje de un sistema, y degradando su singularidad y riqueza personal. Esta forma de actuar enferma contiene dentro de sí mismo el germen de la explotación y la esclavitud, y tiene sus raíces en una concepción utilitaria de la persona humana.
La Anmil trabaja en favor de los derechos de los trabajadores, a partir de los más débiles, o menos tutelados, que casi siempre son las mujeres, los más ancianos y los inmigrantes. Por eso Francisco recordó que nuestro mundo necesita más humanidad, que abra los ojos y ver que los que están frente a nosotros no son una mercancía, sino una persona y un hermano, “en la humanidad”.
Por último, el Papa se alegró de saber que esta asociación trabaja con diferentes instituciones civiles, como el Ministerio del Trabajo, el de la Instrucción, la Universidad, y el instituto de Investigación. Gracias a ellos, se llevaron a cabo muchos proyectos de formación, dirigidos a estudiantes y trabajadores, a dirigentes y responsables de empresas, para que tomen más conciencia de las exigencias de la seguridad y tutela de la salud de los trabajadores. Esta sinergia produjo ya desde hace diez años, el importante Texto Único sobre la Seguridad, cuya actuación están llamados todos a cumplir plenamente.
Estos proyectos de la asociación, dijo por último, revelan la conciencia que la creación de una nueva cultura del trabajo no puede llevarse a cabo sin un cuadro legislativo que responda a las exigencias de los trabajadores, y una más profunda conciencia social sobre el problema de la tutela de la salud y de la seguridad, sin la cual las leyes serían leyes muertas. De allí que surgió la creación del valioso Reporte sobre la Salud y la Seguridad en los lugares de trabajo, que la asociación presentó hace algunos días. Testimoniando su dedicación, revelando que las batallas que se han hecho desde hace 75 años, con compromiso y determinación no tienen que ver solamente a quien ha sufrido algún accidente laboral, o quien desarrolle trabajos peligrosos y cansados, sino que implica a cada ciudadano, porque junto a la cultura del trabajo y de la seguridad está en juego la misma sustancia de la democracia, que se funda en el respeto y la tutela de la vida da cada uno.+
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