Lo que Dios más desea es ser misericordioso con sus hijos

“¿Por qué un Jubileo de la Misericordia? ¿Qué significa esto?”, se preguntó el papa Francisco al comienzo de su catequesis en la audiencia general de este miércoles 9 de diciembre. El Santo Padre quiso explicar, a los miles de fieles que congregados en la plaza de San Pedro escuchaban las palabras de Pontífice, el significado de este Año Jubilar de la Misericordia que inició ayer, al abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.

En sus palabras en español, Francisco precisó que “celebrar un Jubileo de la Misericordia significa poner en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades el contenido esencial del Evangelio: Jesucristo. Él es la Misericordia hecha carne, que hace visible para nosotros el gran Amor de Dios”.

Se trata, dijo, de una ocasión única para experimentar en nuestra vida el perdón de Dios, su presencia y cercanía, especialmente en los momentos de mayor necesidad y añadió “significa aprender que el perdón y la misericordia es lo que más desea Dios, y lo que más necesita el mundo, sobre todo en un momento como el actual en el que se perdona tan poco, en la sociedad, en las instituciones, en el trabajo y también en la familia”.

Pero, frente a tantas necesidades en el mundo, se preguntó el Santo Padre, “¿es suficiente con contemplar la misericordia de Dios?” A lo que respondió que “ciertamente, hay mucho que hacer. Pero, hay que tener en cuenta que la raíz de la falta de misericordia está en el amor propio, que se reviste bajo el manto de la búsqueda del propio interés, de los placeres, los honores y las riquezas”. Por eso, señaló Francisco, “necesitamos reconocer que somos pecadores, para que se fortalezca en nosotros la certeza de la misericordia de Dios”.

Texto de la catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Ayer abrí aquí, en la Basílica de San Pedro, la Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia, después de haberla abierto ya en la catedral de Bangui, en Centroáfrica. Hoy quisiera reflexionar con ustedes el significado de este Año Santo, respondiendo a la pregunta: ¿por qué un Jubileo de la Misericordia? ¿Qué significa esto?

La Iglesia necesita este momento extraordinario. No digo que es bueno para la Iglesia este momento extraordinario. No. La Iglesia necesita este momento extraordinario. En nuestra época de profundos cambios, la Iglesia está llamada a ofrecer su contribución peculiar, haciendo visibles los signos de la presencia y de la cercanía de Dios.

Y el Jubileo es un tiempo favorable para todos nosotros, porque contemplando la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la oscuridad del pecado, podemos convertirnos en testigos más convincentes y eficaces.

Dirigir la mirada a Dios, Padre misericordioso, y a los hermanos necesitados de misericordia, significa poner la atención en el contenido esencial del Evangelio: Jesús, la Misericordia hecha carne, que hace visible a nuestros ojos el gran misterio del Amor trinitario de Dios. Celebrar el Jubileo de la Misericordia equivale a poner de nuevo en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades, lo específico de la fe cristiana. Es decir, Jesucristo, el Dios misericordioso.

Un Año Santo, por tanto, para vivir la misericordia. Sí, queridos hermanos y hermanas, este Año Santo se nos ha ofrecido para experimentar en nuestra vida el toque dulce y suave del perdón de Dios, su presencia junto a nosotros y su cercanía sobre todo en los momentos de mayor necesidad.

Este Jubileo, de hecho, es un momento privilegiado para que la Iglesia aprenda a elegir únicamente “lo que a Dios le gusta más”. Y, ¿qué es lo que “a Dios le gusta más”? Perdonar a sus hijos, tener misericordia de ellos, para que puedan a su vez perdonar a sus hermanos, resplandeciendo como antorchas de la misericordia de Dios en el mundo.

Esto es lo que más le gusta a Dios. San Ambrosio en un libro de teología que escribió sobre Adán, toma la historia de la creación del mundo y dice que Dios, cada día después de haber hecho una cosa, la luna, el sol, los animales… La Biblia dice que Dios vio que era bueno. Pero cuando hizo al hombre y a la mujer, la Biblia dice que y vio que esto era muy bueno. Y san Ambrosio se pregunta ‘¿pero por qué dice muy bueno? ¿Por qué está tan contento Dios después de la creación del hombre y la mujer?’. Porque finalmente tenía a alguno para perdonar. Es lindo. La alegría de Dios es perdonar. El ser de Dios es misericordia. Por eso en este año debemos abrir el corazón para que este amor, esta alegría de Dios nos llene a todos de esta misericordia.

El Jubileo será un “tiempo favorable” para la Iglesia si aprendemos a elegir “lo que a Dios le gusta más”, sin ceder a la tentación de pensar que hay otra cosa que es más importante o prioritario. Nada es más importante que elegir “lo que a Dios le gusta más”, es decir, su misericordia, su amor, su ternura, su abrazo, sus caricias.

También la necesaria obra de renovación de las instituciones y de las estructuras de la Iglesia es un medio que debe conducirnos a hacer la experiencia viva y vivificante de la misericordia de Dios que, sola, puede garantizar a la Iglesia ser esa ciudad puesta sobre un monte que no puede permanecer escondida (cfr Mt 5,14). Solamente brilla una Iglesia misericordiosa. Si tuviéramos, aunque fuera solo por un momento, que olvidar que la misericordia es “lo que a Dios le gusta más”, cualquier esfuerzo nuestro sería en vano, porque nos haríamos esclavos de nuestras instituciones y de nuestras estructuras, por muy renovadas que puedan ser. Pero siempre seremos esclavos.

“Sentir fuerte en nosotros la alegría de haber sido encontrados por Jesús, que como Buen Pastor vino a buscarnos porque estábamos perdidos” (Homilía en las Primeras Víspera del Domingo de la Divina Misericordia, 11 de abril de 2015): este es el objetivo que la Iglesia se pone en este Año Santo.

Así reforzaremos en nosotros la certeza de que la misericordia puede contribuir realmente en la edificación de un mundo más humano. Especialmente en estos nuestros tiempos, en los que el perdón es un huésped raro en los ámbitos de la vida humana, el reclamo a la misericordia se hace más urgente, y esto en cada lugar: en la sociedad, en las instituciones, en el trabajo y también en la familia.

Ciertamente, alguno podría objetar: “Pero, padre, la Iglesia, en este Año, ¿no debería hacer algo más? Es justo contemplar la misericordia de Dios, ¡pero hay muchas necesidades urgentes!”. Es verdad, hay mucho que hacer, y yo soy el primero que no se cansa de recordarlo. Pero es necesario tener en cuenta, en la raíz de la falta de la misericordia, está siempre el amor propio.

En el mundo, esto toma la forma de la búsqueda exclusiva de los propios intereses, de placeres y honores unidos al querer acumular riquezas, mientras que en la vida de los cristianos se disfraza a menudo de hipocresía y mundanidad. Todas estas cosas son contrarias a la misericordia. Los lemas del amor propio, que hacen extranjera a la misericordia en el mundo, son tantos que a menudo no somos ni siquiera capaces de reconocerles como límites y como pecado. Es por esto que es necesario reconocerse pecadores, para reforzar en nosotros la certeza de la misericordia divina. ‘Señor yo soy un pecador, Señor yo soy una pecadora, ven con tu misericordia’. Y esta es una oración bellísima, es una oración fácil para decir todos los días. ‘Señor yo soy un pecador, Señor soy una pecadora, ven con tu misericordia’.

Queridos hermanos y hermanas, deseo que este Año Santo, cada uno de nosotros experimente la misericordia de Dios, para ser testigos de “lo que a Él le gusta más”. ¿Es de ingenuos creer que esto pueda cambiar el mundo? Sí, humanamente hablado es de locos, pero “la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres”. Gracias.+

This entry passed through the Full-Text RSS service - if this is your content and you're reading it on someone else's site, please read the FAQ at fivefilters.org/content-only/faq.php#publishers.

Etiquetas:

Publicar un comentario

[facebook][blogger][disqus]

Diocesis de Celaya

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets