Santa Fe (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, destacó una reflexión del papa emérito Benedicto XVI sobre la ecología, al advertir que “cuando no tenemos en cuenta la realidad de la naturaleza, y en especial de la vida humana, como algo que tiene su verdad y su propio lenguaje, nuestra libertad corre el riesgo de constituirse en un pequeño dios que se cree omnipotente, sin límites, y que no sabe leer ni respetar el don recibido”. “La misma realidad en la que vivimos es, por ello, signo de la presencia de Dios, sobre todo cuando hablamos del hombre: ‘creado a imagen y semejanza de Dios’. Jesucristo frente a la dignidad de este hombre concreto ha tenido un plus, una mirada particular hacia los que sufren, los pobres, con quienes él mismo se ha identificado”, sostuvo. Por esto, el prelado consideró que ”Adviento es tiempo propicio para descubrir al Señor en el servicio humilde y comprometido a nuestros hermanos necesitados. En ellos nos espera”.
“Los signos de su presencia los encontramos cerca de nosotros, cuando sabemos leer a la luz de su Palabra tanto nuestras vidas, la realidad que nos circunda, como nuestras relaciones. Todo el mundo es obra de Dios y nos habla de él, la naturaleza misma es un libro que debemos cuidar y saber leer, pero de modo especial su obra mayor que es el hombre”, subrayó en su alocución semanal.
El prelado consideró que “la importancia de la ecología es hoy “algo indiscutible” y citó una larga reflexión del papa emérito Benedicto XVI en ese sentido.
"Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente. Sin embargo, agregaba, quisiera afrontar seriamente un punto que, tanto hoy como ayer, se ha olvidado demasiado: existe también la ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manejar a su antojo arbitrariamente. El hombre no es solamente una libertad que el se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo, es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando escucha la naturaleza, la respeta y cuando se acepta como lo que es, y que no se ha creado a si mismo". La tarea de nuestra libertad supone lo dado, lo que soy como un don, que debo valorar y respetar. Esto no es un límite”.
Monseñor Arancedo estimó que esa reflexión es “muy oportuna”, al advertir que “cuando no tenemos en cuenta la realidad de la naturaleza, y en especial de la vida humana, como algo que tiene su verdad y su propio lenguaje, nuestra libertad corre el riesgo de constituirse en un pequeño dios que se cree omnipotente, sin límites, y que no sabe leer ni respetar el don recibido”.
”La misma realidad en la que vivimos es, por ello, signo de la presencia de Dios, sobre todo cuando hablamos del hombre: ‘creado a imagen y semejanza de Dios’. Jesucristo frente a la dignidad de este hombre concreto ha tenido un plus, una mirada particular hacia los que sufren, los pobres, con quienes él mismo se ha identificado”, agregó.
”Adviento es tiempo propicio para descubrir al Señor en el servicio humilde y comprometido a nuestros hermanos necesitados. En ellos nos espera”, concluyó.+
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