Ciudad del Vaticano (AICA): En el clima que precede los últimos días previos a la Navidad, el Papa ha tenido esta mañana el tradicional encuentro con los Superiores y Oficiales de la Curia Romana, acompañados por el secretario de Estado, Monseñor Pietro Parolin. En esta primera Navidad como Obispo de Roma, el Papa expresó un efusivo «gracias» a todos por su servicio cotidiano: por el celo, la diligencia, la creatividad. Y expresó su gratitud de manera particular a los que en este periodo terminan su servicio y se jubilan.
De este modelo y de este testimonio, Francisco destacó las características del oficial de la Curia: la profesionalidad y el servicio. Profesionalidad, que significa competencia, estudio, actualización y que es un requisito fundamental para trabajar en la Curia. Naturalmente; y el servicio al Papa, a los obispos, a la Iglesia universal y a las iglesias particulares. En la Curia Romana «se respira» esta doble dimensión de la Iglesia.
Cuando no hay profesionalidad, lentamente se va resbalando hacia el área de la mediocridad. Los expedientes se convierten en informes de «cliché» y en comunicaciones sin levadura de vida, incapaces de generar horizontes de grandeza. Por otro lado, cuando la actitud no es de servicio a las iglesias particulares y a sus obispos, crece entonces la estructura de la Curia como una pesada aduana burocrática, controladora e inquisidora, que no permite la acción del Espíritu Santo y el crecimiento de Pueblo de Dios.
A estas dos cualidades, el Pontífice añadió una tercera: la santidad de vida, “que significa vida inmersa en el Espíritu, apertura del corazón a Dios, oración constante, humildad profunda, caridad fraterna en las relaciones con los colegas. También significa apostolado, servicio pastoral discreto, fiel, ejercido con celo en contacto directo con el Pueblo de Dios”.
La santidad en la Curia significa también hacer objeción de conciencia a las habladurías. Nosotros insistimos mucho en el valor de la objeción de conciencia, y con razón, pero tal vez deberíamos ejercerla también para oponernos a una ley no escrita de nuestros ambientes, que por desgracia es la de la cháchara. Así pues, hagamos, todos, objeción de conciencia; y fíjense ustedes, no lo digo sólo desde un punto de vista moral. La cháchara daña la calidad de las personas, del trabajo y del ambiente.
El Papa invitó a los oficiales y personal de la Curia Romana a vivir esta Navidad, siguiendo el modelo de san José y su papel callado, discreto y tan necesario al lado de la Virgen María.+ (Radio Vaticana)
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