Monseñor Buenanueva consideró que el camino sinodal debe continuar en cada diócesis y en cada conferencia episcopal. Subrayó la importancia del tema, la familia y la pastoral familiar, y las modificaciones realizadas sobre el método de las deliberaciones, que favorece “un diálogo eclesial más intenso y enriquecedor”.
El obispo también consideró acertado el enfoque general de los trabajos: “Sin querer apagar la mecha humeante ni cortar el trigo con la cizaña, se ha buscado mirar en toda su amplitud la compleja situación que atraviesan hoy las familias en todas partes y la misma acción pastoral de la Iglesia en este campo. Y esto con el deseo sincero de acompañar tanto a los que procuran vivir con admirable fidelidad el ideal cristiano y a quienes no alcanzan esas metas o están muy lejos”.
Monseñor Buenanueva recordó que el Papa no ve en la familia una preocupación, sino la confirmación de la bendición de Dios a la obra maestra de la creación. También advirtió algunos temas que preocupan, como los jóvenes que se sienten llamados al amor, o los retos que viven en el día a día las familias en cada rincón de la tierra.
“Hay una insistencia en la relación final: la familia como sujeto activo de misión. En otras palabras, la misma familia ha de sentirse involucrada en primera persona en la misión de anunciar el Evangelio de la familia. Tiene mucho para decir, porque es de mucha riqueza lo que tiene entre manos cada familia, también si lleva esa riqueza en vasijas de barro”, opinó el prelado.
Divorciados en nueva unión
El punto 84 de la relatio synodi expresa que “los bautizados que están divorciados y en nueva unión civil deben ser más integrados en las comunidades cristianas en los diversos modos posibles, evitando toda ocasión de escándalo”. Para el obispo, estas palabras inician el abordaje de una de las cuestiones más delicadas.
“¿Qué ve la Iglesia cuando mira a unos divorciados en nueva unión? La palabra de Jesús sobre el adulterio es fuerte y clara, pero no debemos hacer de ella una lectura fundamentalista, aislándola del mensaje central del Evangelio que es el amor y la compasión de Dios por el sufrimiento humano. La Iglesia comparte el sufrimiento de sus hijos divorciados en nueva unión”, aseguró.
Monseñor Buenanueva consideró que la relación habla de “discernimiento e integración”, pues la meta es ver con los ojos del buen samaritano cómo Dios está sanando y curando cada situación concreta, para llegar a un “juicio correcto sobre lo que obstaculiza la posibilidad de una más plena participación en la vida de la Iglesia y de los pasos que pueden favorecerla o hacerla crecer”.
“Cada diócesis tiene que plantearse de nuevo, ya desde ahora, cómo renovar su pastoral familiar con el enfoque del Sínodo, mucho más en el Año de la Misericordia, que nos ofrece el paradigma fundamental de toda acción pastoral de la Iglesia: mirar al mundo con los mismos sentimientos de misericordia y compasión que se estremecen por el sufrimiento humano”, aseveró.
“No tenemos que esperar la exhortación de Francisco para asumir este modo de mirar y de actuar. Solo abrir el Evangelio y dejarnos iluminar por Jesús, por sus sentimientos y sus gestos, por su Pascua de pasión, muerte y resurrección”, concluyó.+
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