En la homilía el Papa habló de las lecturas de hoy, centradas todas en el tema de la memoria y en la invitación recogida en la Carta a los Hebreos de “recordar” y detenerse un momento en el camino para mirar a los que nos han precedido antes de seguir adelante. “Hay que pedir la gracia de no olvidar”, dijo Francisco, porque “es propio del amor no olvidar. Es propio del amor tener siempre ante nuestros ojos el bien que hemos recibido, el mirar a la historia: de donde venimos, nuestros padres, nuestros antepasados, el camino de la fe. Y esta memoria nos hace bien porque intensifica todavía más la espera de la Navidad. Un día tranquilo”.
Esa memoria es la que refleja san Mateo en su evangelio, cuando habla de la genealogía de Cristo, de la elección del pueblo: "Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”. “El pueblo elegido, caminando hacia una promesa con la fuerza de la alianza, de las alianzas sucesivas que establece. Así es el camino de los cristianos –explicó el Pontífice- … Se nos hizo una promesa, se nos dijo: anda delante de mí y sé perfecto como nuestro Padre. Una promesa que será plena al final, pero que se consolida con cada pacto que hacemos con el Señor, alianza de fidelidad y nos muestra que no somos nosotros los que elegimos: nos hace darnos cuenta de que todos hemos sido elegidos. La elección, la promesa y el pacto son como pilares de la memoria cristiana, este mirar hacia atrás para ir hacia adelante”.
La memoria encierra una historia, “una historia de gracia muy grande, pero también una historia de pecado. En el camino siempre encontramos la gracia y el pecado. En la historia de la salvación, en esta genealogía, hay grandes pecadores, y hay santos. Y nosotros, en nuestras vidas, nos encontraremos con lo mismo: momentos de gran fidelidad al Señor, de alegría en el servicio, y algunos malos momentos de infidelidad, de pecado que nos hacen sentir la necesidad de salvación. Y esta es también nuestra seguridad, porque cuando necesitamos la salvación, confesamos la fe: "Soy un pecador, pero Tu me puede salvar, Tu me llevas hacia adelante" Y así se continua con la la alegría de la esperanza”
“Hemos empezado a recorrer este camino en Adviento , esperando vigilantes al Señor. Hoy nos detenemos, vemos que el camino ha sido bueno, que el Señor no nos ha defraudado, que el Señor es fiel. También vemos que tanto en la historia, como en nuestra vida ha habido momentos maravillosos de fidelidad y malos momentos de pecado. Pero el Señor está allí, con la mano extendida para levantarte y te dirá: "Adelante". Y esta es la vida cristiana: ir hacia adelante, hacia el encuentro definitivo. Este camino tan intenso, a la espera vigilante de que venga el Señor, de que nunca nos quite la gracia de la memoria, de mirar hacia atrás para ver todo lo que el Señor ha hecho por nosotros, por la Iglesia, en la historia de la salvación”.
Al final el Papa explicó que aunque la lectura de la genealogía podía parecer aburrida, era necesaria para recuperar la “gracia de la memoria” y comentó que San Pablo, el autor de la Carta a los Hebreos tiene una hermosa frase para esas quejas: "No te preocupes, todavía no has llegado a derramar la sangre". “ Un poco de humorismo por parte de ese autor inspirado para ayudarnos a seguir adelante”, concluyó.
Después de la Eucaristía el Santo Padre se dirigió a los cardenales para agradecerles sus felicitaciones y su presencia y añadió: “Desde hace unos días me viene en mente una palabra que parece fea: vejez. Por lo menos asusta.. Ayer monseñor Cavaliere me regaló el “De senectute” de Cicerón: una gota más.. Me acuerdo de lo que os dije el 15 de marzo de 2013 cuando nos encontramos por primera vez: “La vejez es sede de sabiduría”. Esperemos que lo sea para mí también”.
“También me viene en mente –continuó- como ha llegado tan pronto, tan pronto, el poema, creo que es de Plinio “Tacito pede lapsa vetustas” (Ovidio): “Con paso silencioso se te viene encima la vejez”. ¡Vaya golpe! Pero cuando uno piensa en ella como una etapa de la vida que sirve para dar alegría, sabiduría, esperanza, se recomienza a vivir. Y me viene en mente otra poesía que os cité aquel día: “La vejez es tranquila y religiosa” : “Es ist ruhig, das Alter, und fromm” (Hölderlin). Rezad para que la mía sea así: tranquila, religiosa, fecunda. Y también alegre, gracias”.
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