En su reflexión, Francisco se centró en el misterio de la identidad de Dios, haciendo referencia a la bendición que San Pablo dirige a la comunidad de Corinto: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes”.
Estas palabras, subrayó el Papa, son “fruto de su experiencia personal del amor de Dios, aquel amor que Cristo resucitado le ha revelado, que ha transformado su vida y lo ha “empujado” a llevar el Evangelio a la población”.
A partir de esta experiencia personal de gracia, explicó el Pontífice, “Pablo puede exhortar a los cristianos”, y lo hace con estas palabras: “alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz”.
“La comunidad cristiana, aun con todos los límites humanos, puede transformarse en un reflejo de la comunión con la Trinidad, de su bondad y de su belleza”. Pero esto pasa necesariamente a través de la experiencia de la misericordia de Dios, de su perdón”, enfatizó el Santo Padre.
Esto “es lo que sucede a los judíos en el camino del éxodo” recordó el Papa, y detalló que “cuando el pueblo infringió la alianza, Dios se presentó a Moisés en la nube para renovar aquel pacto, proclamando el propio nombre y su significado: ‘El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad’”.
Francisco recordó que Dios “no está lejano ni cerrado en sí mismo, sino que es vida que quiere comunicarse, es apertura, es amor que rescata al hombre de la infidelidad”. Es “misericordioso, tiene piedad, es rico en gracia porque se ofrece a nosotros para colmar nuestros límites y nuestras faltas para perdonar nuestros errores, para llevarnos por el camino de la justicia y de la verdad”.
Esta revelación de Dios llegó a su cumplimiento en el Nuevo Testamento gracias a la palabra de Cristo y a su misión de salvación. Jesús nos ha manifestado el rostro de Dios, Uno en la sustancia y Trino en las personas; Dios es todo y sólo Amor, en una relación subsistente que todo crea, redime y santifica: Padre e Hijo y Espíritu Santo.
En referencia a la figura de Nicodemo que aparece en el Evangelio, Francisco destacó su ejemplo, que “no dejó de buscar a Dios”, y percibió el eco de Su voz en Jesús: “En el diálogo nocturno en el Nazareno, Nicodemo comprende finalmente que es ya buscado y esperado por Dios, que es amado personalmente por Él. Dios siempre nos busca antes, nos espera antes, nos ama antes. Es como la flor del almendro, así dice el profeta: florece antes”.
“Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”, le dice Jesús a Nicodemo en el Evangelio. “¿Qué es la vida eterna? Es el amor desmedido y gratuito del Padre que Jesús ha donado en la cruz, ofreciendo su vida por nuestra salvación. Este amor, con la acción del Espíritu Santo, ha irradiado una luz nueva sobre la tierra y en cada corazón humano que lo acoge; una luz que revela los ángulos oscuros, las durezas que nos impiden llevar los frutos buenos de la caridad y de la misericordia”, concluyó Francisco, pidiendo la intercesión de María para entrar siempre más en la Comunión trinitaria, “para vivir y dar testimonio del amor que da sentido a nuestra existencia”.+
Publicar un comentario