Mons. Buenanueva: La Eucaristía es "un anticipo del Cielo"
Su columna se titula “Nosotros, sin el domingo, no podemos vivir”, y cuestiona si los católicos del siglo XXI podríamos hacer esa afirmación, “no sólo como una frase bonita, sino como expresión de una convicción. Es decir, de una decisión a conciencia, libre y arraigada: allí donde decidimos qué queremos ser realmente. Porque allí radica la fe cristiana. No en el mero sentimentalismo o en la fugacidad de las emociones”, afirma.
Es lícito ir a Misa el sábado por la tarde y disfrutar del descanso dominical, considera el obispo, “pero… esto ¿no nos hace ruido? ¿No forma parte de la esencia misma del domingo la celebración de la Eucaristía? ¿No debería tener prioridad en nuestra organización de las actividades del domingo?”, plantea, y continúa: “¿Por qué vamos a la Eucaristía dominical? ¿Qué razones y motivos tenemos para celebrarla?”.
Monseñor Buenanueva recuerda que la Pascua es el centro del año cristiano, porque es el centro de nuestra fe. “La Misa del domingo es la Pascua semanal. Se es cristiano por un encuentro con un acontecimiento y con una persona. La persona es la de Cristo. El acontecimiento es su pascua. Ese encuentro cambia la vida, y le da a la existencia su orientación decisiva”, asegura, evocando las palabras de Benedicto XVI.
El obispo destaca también el carácter memorial de la celebración de la Eucaristía: “Celebramos la misa porque el Señor nos lo mandó: “Hagan esto en memoria mía”. Y lo hacemos, esperando su venida gloriosa, al fin de los tiempos. La Eucaristía es signo de esa esperanza que nos mantiene en camino”, anima, y asevera que en la comunión con Su Cuerpo y Su Sangre, “nos hacemos una sola cosa con Él. Nos dejamos asimilar por Él.
Comulgamos con Él, con sus sentimientos y con su opción más honda: entregar la vida para que llegue el Reino de Dios. ¡Cómo sentimos que algo nos falta cuando, por alguna razón de peso, no podemos acercarnos a comulgar!”, reconoce.
“El motivo y la razón últimos para celebrar la Eucaristía no es otro que el mismo Cristo. Escuchar su palabra. Ser alcanzados por su Espíritu. Reconocerlo a Él como Señor y Salvador. Tener en el corazón su mismo deseo: que el Reino de Dios venga a nuestro mundo y lo transforme”, agrega, y sostiene que lo que celebramos en la misa, la entrega de Cristo por amor, “ha de incidir en lo cotidiano de nuestra existencia. Así en la vida como en la Eucaristía. Tenemos que tener ‘coherencia eucarística’: seguir e imitar a Cristo en el servicio, el amor desinteresado y la entrega de nuestra propia vida”.
Categorizar la Eucaristía como algo divertido o aburrido, sostiene el prelado, resulta demasiado superficial “ante un misterio tan hondo: el sacrificio pascual de Cristo, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y nos da la paz”.
“No podemos vivir sin la Eucaristía porque no podemos vivir sencillamente sin Jesús y su Evangelio. La pregunta fundamental entonces no es si vamos o no a Misa el domingo. La pregunta fundamental es por Cristo.
Si he tenido una experiencia con Cristo vivo, un encuentro con Él. Esta es la pregunta de fondo”, afirma monseñor Buenanueva, e insiste en que “no podemos vivir sin el domingo, sin la Eucaristía” porque sin participar con fe viva en ella, no podremos sobrevivir como discípulos de Jesús. “La Eucaristía nos abre a la comunión con Dios y con los demás, nos ensancha el horizonte y nos salva de la soledad. Es, por eso, un anticipo del cielo”, concluye.+
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