Mons. Náñez en Corpus Christi: “Recibir este alimento maravilloso es compartir la vida con Jesús”
“En dichas celebraciones se expresa, por una parte, la diversidad de cada zona que enriquece a la Iglesia local y, al mismo tiempo, la comunión que vincula a todos sus miembros de la misma, porque ‘caminamos juntos’ bajo la mirada bondadosa del Padre que nos ama y porque todos comemos de un único pan”, expresó el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, quien presidió la celebración en la catedral Nuestra Señora de la Asunción.
“Recibir este alimento maravilloso es compartir la vida con Jesús”, afirmó el prelado en su homilía. “El pan, en efecto, es el símbolo del sustento que sostiene en la vida, que se consigue con el trabajo honesto y que se comparte en la mesa familiar y con los amigos. Todas esas realidades: el encuentro, el trabajo y el sustento, quedan plenificadas por la comunión con el Cuerpo bendito de Jesús”, destacó.
Las 20 zonas pastorales celebraron la solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor como un momento de acción de gracias. Algunas hicieron la bendición de los padres en su día frente al Santísimo Sacramento, y recordaron la difícil realidad que atravesó la ciudad de Córdoba la semana pasada durante el largo conflicto y la falta de diálogo con el tema del trasporte público que afectó a tantos usuarios.
Al respecto, el arzobispo expresó: “En los días que corren se nos presentan diversos desafíos para nuestra convivencia y comunión. Ante todo las distancias que nos alejan”, y agregó: “De hecho, se suele hablar de una ‘grieta’ que establece separaciones en nuestra sociedad argentina: Divisiones, son consecuencias en buena medida de las distancias que nos alejan y separan; enfrentamientos, de los cuales tenemos experiencias variadas y recientes, como el conflicto que atravesamos en nuestra ciudad con relación al transporte urbano; indiferencia que muchas veces es expresión del egoísmo y de lo que el papa Francisco denomina ‘la autorreferencialidad’, fruto muchas veces, a su vez, de la saturación y del embotamiento que produce el consumismo y algunas características de la cultura actual”.
La respuesta a estos desafíos -consideró el arzobispo de Córdoba- es ante todo “acortar distancias, lo cual demanda ciertamente un esfuerzo exigente y un trabajo impregnado de misericordia y de paciencia”, y también el favorecer la “cultura del encuentro”.
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