En un mensaje hecho público este viernes 1º de septiembre con motivo de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, expresaron que están “unidos en un mismo interés por la creación de Dios y reconociendo la tierra como un bien a compartir”.
El pontífice y el patriarca advirtieron que, mientras que en la historia de la creación, “Dios quiso que la humanidad cooperara en la preservación y protección del medio ambiente”, como recuerda la Escritura, en la historia del mundo se presenta un escenario moral que “oscurece nuestra vocación como cooperadores de Dios”.
Recordaron que, según se indica en la Escritura, “la tierra nos fue confiada como un don y un legado sublime, del que todos somos responsables hasta que, al final, todas las cosas en el cielo y en la tierra serán recapituladas en Cristo”.
“Nuestra dignidad y bienestar humano están profundamente conectados con nuestro cuidado por toda la creación”, subrayaron.
Francisco y Bartolomé afirmaron que la historia del mundo presenta un escenario en el que “nuestra propensión a interrumpir los delicados y equilibrados ecosistemas del mundo, nuestro deseo insaciable de manipular y controlar los recursos limitados del planeta, y nuestra codicia ilimitada de ganancias en los mercados, todo esto nos ha alejado del sentido original de la creación”.
Asimismo, lamentaron que “no respetamos ya la naturaleza como un regalo compartido; por el contrario, la consideramos una posesión privada. Ya no nos relacionamos con la naturaleza para sostenerla, sino que la dominamos para sostener nuestras propias invenciones”.
Ambos líderes religiosos alertaron que las consecuencias de esta “cosmovisión” opuesta a la voluntad de Dios “son trágicas y duraderas”, y sostuvieron: “El medioambiente humano y el de la naturaleza se están deteriorando juntos, y este deterioro del planeta recae sobre las personas más vulnerables”.
También manifestaron su preocupación por los efectos del cambio climático, como la principal consecuencia de ese deterioro medioambiental, sobre la población sin recursos que vive en áreas del planeta más deprimidas. “El impacto del cambio climático afecta, ante todo y más que nada, a los que viven en la pobreza en todos los rincones del mundo”, precisaron.
“Nuestra obligación de usar los bienes de la tierra con responsabilidad implica el reconocimiento y el respeto de todas las personas y de todos los seres vivos. La urgente llamada y el desafío de cuidar la creación son una invitación dirigida a toda la humanidad para que trabaje en favor de un desarrollo sostenible e integral”, agregaron.
El Obispo de Roma y el Patriarca de Constantinopla hicieron “un llamamiento urgente a quienes ocupan puestos de responsabilidad social y económica, así como política y cultural, para que escuchen el grito de la tierra y atiendan las necesidades de los marginados, pero sobre todo para que respondan a la súplica de millones de personas y apoyen el consenso del mundo por el cuidado de la creación herida”.
“Estamos convencidos de que no puede haber una solución sincera y duradera al desafío de la crisis ecológica y del cambio climático si no se da una respuesta concordada y colectiva, si la responsabilidad no es compartida y responsable, si no damos prioridad a la solidaridad y al servicio”, subrayaron.
Por último, Francisco y Bartolomé invitaron “a todas las personas de buena voluntad” a participar el 1 de septiembre en la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación dedicando “un tiempo de oración por el medioambiente”.
De esa manera “queremos dar las gracias al Creador amoroso por el gran don de la creación y comprometernos en su cuidado y preservación por el bien de las generaciones futuras”, explicaron.
“En efecto, un objetivo de nuestra oración es cambiar el modo en que percibimos el mundo para modificar la manera de cómo nos relacionamos con él. El objetivo de nuestro compromiso es el de empeñarnos en alcanzar una mayor simplicidad y solidaridad en nuestras vidas”, concluyeron.
El papa Francisco estableció la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación en agosto de 2015 y desde entonces se celebra cada 1º de septiembre, mientras que la Iglesia Ortodoxa celebra esta fecha desde 1989.+
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