El Papa centró su reflexión en el “misterio de amor” que constituye, precisamente, la Cruz. Teniendo en cuenta que la Liturgia habla de ella como si fuera un árbol, noble y fiel, Francisco evidenció que no siempre es fácil comprender esto. “Sólo con la contemplación –dijo– se va adelante en este misterio amor”. Y añadió que Jesús, cuando se lo explica a Nicodemo –tal como lo recuerda el Evangelio del día– utiliza dos verbos, a saber: “subir” y “descender”.
“Cristo descendió del Cielo para llevarnos a todos nosotros a subir al Cielo”, dijo Francisco y reafirmó que “éste es el misterio de la Cruz”.
Sobre el texto de san Pablo de la primera lectura, el pontífice explicó que Jesús “se anonadó a sí mismo”, haciéndose obediente hasta la muerte en la Cruz: “Éste es el descenso de Jesús: hasta el fondo, hasta la humillación. Se despojó por amor, y por esto Dios lo exaltó y lo hizo subir. Sólo si nosotros logramos comprender este descenso hasta el final podemos comprender la salvación que nos ofrece este misterio de amor”.
En este punto el Santo Padre advirtió sobre las dos tentaciones de considerar una mitad y no la otra. La primera, es la de un Cristo sin la Cruz, o sea, hacer de Él “un maestro espiritual”, que te lleva adelante con tranquilidad: “Un Cristo sin la Cruz que no es el Señor: es un maestro. Nada más”.
“La otra tentación es la Cruz sin Cristo. La angustia de permanecer abajo, rebajados, con el peso del pecado, sin esperanza. Es una especie de “masoquismo espiritual”. Sólo la Cruz, pero sin esperanza, sin Cristo”. La Cruz sin Cristo sería “un misterio de tragedia”, añadió el Papa.
“Pero la Cruz es un misterio de amor, la Cruz es fiel, la Cruz es noble. Hoy podemos dedicar algunos minutos y cada uno preguntarse: ¿Cristo crucificado, para mí, es misterio de amor? ¿Sigo a Jesús sin la Cruz, a un maestro espiritual que llena de consuelo, de buenos consejos? ¿Sigo la Cruz sin Jesús, siempre quejándome, con este “masoquismo” del espíritu? ¿Me dejo llevar por este misterio del descenso, vaciamiento total y elevación del Señor?”.
Francisco concluyó invitando a que el Señor nos de la gracia “no digo de entender, pero de entrar” en este misterio de amor.+
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