"El núcleo de la fe cristiana es la resurrección de Jesús, por eso el cristiano no puede ser un profeta de desgracias", subrayó ante los peregrinos que participaron de la audiencia general en la Plaza de San Pedro.
"A través del Espíritu Santo, Jesús nos hace renacer a una vida nueva que debemos anunciar a los demás no sólo de palabra, sino con la vida. Jesús quiere testigos, personas que difundan esperanza con su modo de acoger, de sonreír, y sobre todo de amar", aseguró.
El pontífice sostuvo que "la fuerza de la resurrección hace que los cristianos seamos capaces de amar allí donde parece que ya no hay motivo para amar, y de abrir espacios de salvación allí donde parece que todo está humanamente perdido".
"El cristiano por eso no se deja llevar del desánimo o de la queja, ya que gracias a la resurrección está convencido de que no hay ningún mal que sea infinito, ninguna noche que sea eterna, ningún hombre que no pueda cambiar, ningún odio que no se pueda vencer con amor", agregó.
Francisco saludó luego a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina, a quienes invitó a pedirle a Jesús, por intercesión de la Virgen María y de san Francisco de Asís, que "sepamos difundir siempre a nuestro alrededor semillas de esperanza y de amor".+
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