Mons. Buenanueva exhorta a “romper el silencio” sobre los abusos sexuales

Mons. Buenanueva exhorta a “romper el silencio” sobre los abusos sexuales

San Francisco (Córdoba) (AICA): El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió un artículo de su autoría que se titula “Abusos sexuales en la Iglesia: romper el silencio”, y que fue publicado en la edición de noviembre de la revista Criterio. “El punto clave, desde el Evangelio, es enfocar esta crisis con la mirada de Jesús, el buen samaritano, que es la mirada de las víctimas”, afirma el obispo en su columna.
Con el título “Abusos sexuales en la Iglesia: romper el silencio”, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, publicó una columna en la edición de noviembre de la revista Criterio, donde expresa sus consideraciones sobre un problema “doloroso y lejano” que “empieza a revelarse como una herida abierta”, y plantea la necesidad de vivir esta crisis “evangélicamente”.

El prelado se refiere a la “crisis de los abusos” en tres aspectos: el daño sufrido por las personas abusadas que intentan sobrevivir a esa experiencia (menores, discapacitados, adultos vulnerables y sus familias); la inadecuada respuesta de los responsables de la Iglesia (obispos y superiores) que se ha mostrado “no sólo errada sino verdaderamente fatal”; y por último, la situación de los clérigos y consagrados que se han precipitado en estos delitos y cuyo deterioro humano, espiritual y moral “nos deja punzantes interrogantes”.

“Con distinta intensidad, estos tres aspectos han sacudido fuertemente a la sociedad generando ira, desazón, desconfianza y rechazo hacia la Iglesia”, reconoce monseñor Buenanueva, despertando el interés de los medios de comunicación. “Su tarea de investigación y difusión, sobre todo las más rigurosas y documentadas, combinada con la valentía de las víctimas en denunciar, ha sido factor decisivo para que esta crisis tomara estado público, obligando a la Iglesia, a las autoridades civiles y a la misma sociedad, a hacerse cargo de este problema”.

En la comunidad eclesial, detalla el prelado, “la crisis sacude fuertemente la conciencia creyente de los católicos”, y considera que ha sido fundamental que se rompiera el silencio, porque “no es solo condición indispensable para que los casos salgan a la luz y se haga justicia, sino que también es un criterio de fondo para el capítulo fundamental de la prevención”.

“Los hechos de abuso sexual protagonizados por clérigos son la punta de una trama más enredada que es necesario desenmarañar. Sacan a la luz no sólo problemas personales, sino dinámicas eclesiales deformadas que necesitamos identificar para corregir. Los abusos sexuales suponen un sistema inadecuado de relaciones que los favorece y hace posibles”, reconoce monseñor Buenanueva.

“Si toda forma de abuso sexual, protagonizada por célibes y no célibes, es básicamente un abuso de poder, lo que está en cuestión es, en definitiva, el modo de vincularnos las personas, cómo nos percibimos y que uso hacemos de la natural asimetría que se da, por ejemplo, entre un sacerdote y un joven, entre un formador y un seminarista, entre un obispo y sus fieles”, sostiene el prelado.

“Los obispos argentinos tenemos la problemática de los abusos en nuestra agenda desde el año 2010. Después que Benedicto XVI mandara que cada conferencia episcopal adaptara la nueva normativa canónica sobre los abusos, la Conferencia Episcopal Argentina preparó unas Líneas Guía, aprobadas en 2013. Con el visto bueno de la Congregación de la Fe, constituyen el protocolo de acción hoy en vigencia para responder a las denuncias. Estas líneas han sido muy bien recibidas por los obispos. Dan claridad y agilidad a un proceso que antes se mostraba más oscuro y engorroso. Son, sin embargo, perfectibles”, relata.

Actualmente, detalla monseñor Buenanueva, la Iglesia argentina profundizó la prevención de los abusos con la creación de un “Consejo pastoral para la protección de menores y adultos vulnerables”. Entre sus objetivos está la capacitación de agentes de pastoral: desde los propios obispos hasta los laicos que trabajan en parroquias y colegios católicos. “El criterio básico es romper el silencio. El abuso es visto como abuso de poder que se expresa a través de comportamientos sexuales. El enfoque es sistémico, atento a todas las dimensiones de esta compleja realidad. Busca también trabajar en red con el Estado y otras organizaciones civiles que se ocupan de este problema social. Busca procurar también que cada diócesis constituya una comisión similar”.

“Al inicio de este artículo me he preguntado si la Iglesia en la Argentina estaba preparada para esta crisis. No tengo una respuesta sencilla y definitiva. Yo mismo me lo pregunto, una y otra vez. Puedo dar testimonio de la seriedad con que los obispos argentinos han asumido el tema”, asegura el obispo, y considera que “esta dolorosa y difícil problemática necesita tiempo para que madure la conciencia sobre las dimensiones del problema, se superen algunos enfoques parciales o errados y, sobre todo, se asuman con humildad los errores y, de esta forma, se esté en condiciones de aprender a dar una respuesta no solo eficaz sino profundamente evangélica a los desafíos que esta crisis ha sacado a la luz”.

“El punto clave, desde el Evangelio, es enfocar esta crisis con la mirada de Jesús, el buen samaritano, que es la mirada de las víctimas. En algunas diócesis del país se han dado pasos en esta dirección. No es fácil, pues en esta fase de la crisis, las víctimas desconfían de nosotros, de nuestras reales intenciones y de la capacidad que tengamos de cambiar realmente. Sin embargo, hasta tanto no se dé esta apertura a las víctimas – como ya lo han experimentado otras Iglesias hermanas y los mismos papas Benedicto y Francisco – no vamos a estar en condiciones de procurar una respuesta a fondo a este drama humano que sacude a la Iglesia. Porque la Iglesia ha sido herida: las víctimas de los clérigos abusadores son, en su inmensa mayoría, bautizados que nos fueron confiados y a quienes no supimos proteger. Como creyente y como pastor escucho aquí la llamada del Señor”, concluye.+

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