“Existen suficientes evidencias acerca del impacto estructural y muchas veces irreversible de la pobreza sobre el desarrollo humano y social de la infancia”, advirtió.
“Amplio es además el consenso en torno a que las múltiples carencias materiales, sociales y emocionales experimentadas en los primeros años de vida provocan consecuencias en el desarrollo físico y cognitivo de los niños/as, probablemente limitando su capacidad de apropiarse de los recursos necesarios para un mejor aprovechamiento de las estructuras de oportunidades vigentes en las sociedades y propiciando procesos de reproducción intergeneracional de la pobreza”, agregó.
Entre 2010 y 2014, la incidencia de la pobreza multidimensional en su nivel más severo pasó del 24,7% al 18,2% (una merma de 6,5 puntos porcentuales).
No obstante, todavía en la Argentina 2,2 millones de niños sufren al menos una de las siguientes privaciones severa: tener hambre y no acceder a ayuda alimentaria directa, no tener acceso al agua de red y no contar con inodoro con descarga, vivir en situación de hacinamiento crítico y en una vivienda precaria en términos de los materiales de su construcción, no tener las vacunas que corresponden a su edad, no acceder a ninguna tecnología de la información, carecer de estímulos emocionales e intelectuales en la temprana infancia, no asistir a la escuela entre los 5 y 17 años.
La situación afecta a una proporción mayor de la infancia cuando se consideran otros umbrales en el ejercicio de derechos. En efecto, se alcanza al 57,8% de la niñez y adolescencia cuando los chicos/as experimentan al menos una de las siguientes carencias sociales: padecen hambre pero acceden a la ayuda alimentaria directa, viven en situación de hacinamiento medio y/o en viviendas precarias en términos de su construcción, sin acceso a una atención preventiva de la salud y no cuentan con obra social, mutual o prepaga, carecen de una estimulación temprana suficiente, asisten a la escuela pero carecen de ofertas educativas, o cuando son adolescentes presentan sobre-edad y/o trabajan en tareas domésticas intensivas y/o económicas.
A nivel de las privaciones severas, las mayores disminuciones de esas situaciones se observan en las dimensiones del acceso a la alimentación, vivienda, educación (entre 2010 y 2014 se estima una merma del déficit de 2,9; 2,8 y 1,8 puntos porcentuales respectivamente). En 2014, las carencias graves en estas dimensiones de derechos se estiman en 4,7%, 5,5%, y 3,3%, respectivamente.
Mientras que el déficit en el campo del saneamiento disminuyó en tanto se pasó de no tener acceso al agua de red y no tener inodoro con descarga a tener al menos alguno de los dos. Sin embargo, en 2014, se estima que 20,6% de la infancia y adolescencia carece de inodoro con descarga o agua de red y 4,9% no cuenta con ninguno.
Asimismo, cabe mencionar que apenas un 2% de los chicos/as no tiene en 2014 todas las vacunas correspondientes a su edad, pero se trepa a un 16% de déficit cuando se considera la población que no asistió a un control de su salud en el último año y que de modo adicional no cuenta con obra social, mutual o prepaga. Este déficit en la atención de la salud del niño/a experimentó un retroceso entre 2010 y 2014 de 3,3 puntos porcentuales.
Por último, cabe mencionar que el déficit en la estimulación emocional e intelectual de los niños entre 0 y 4 años no experimentó cambios entre 2010 y 2014. Siendo el déficit en el campo de la estimulación de 4% en el nivel severo y del 18% a nivel del déficit total.
Existen condiciones estructurales de la pobreza multidimensional: los niños/as en el estrato social trabajador marginal tienen 7 veces más chance que no poder ejercer plenamente sus derechos que pares en el estrato medio profesional, y a nivel de las privaciones más severas la brecha de desigualdad regresiva para los primeros se duplica.
Los niños beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH) disminuyeron a nivel de la pobreza severa al pasar de 37,6% a 27,9% entre 2010 y 2014 (9,7 puntos porcentuales), mientras que a nivel de la pobreza total la merma fue de apenas 2,7 puntos. En 2014, el 46,4% de los niños beneficiarios de AUH estaba afectado en el ejercicio de sus derechos.
El informe de la UCA puede leerse en forma completa en el link http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo68/files/2015-ODSA-Infancia-Boletin-3.pdf.+
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