Mons. Buenanueva: “La misericordia de Dios irrumpe en medio del dolor y la pobreza”
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, presidió la misa en el santuario, y pidió poner el corazón en la basílica de San Pedro, donde el papa Francisco abrió la Puerta Santa e inauguró el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
“La misericordia de Dios se manifiesta en toda su belleza especialmente cuando irrumpe en medio del dolor, el límite y la fragilidad humanos, el sufrimiento y la pobreza”, aseguró.
“Desde los pobres, el Padre Dios nos sigue mostrando que tiene entrañas maternas de misericordia. Quiere así abrazar y curar a todos los heridos, calmar la sed de los sedientos y resucitar a los que están muertos”, agregó.
El prelado pidió que “este Año Santo de la Misericordia encuentre eco en nosotros. Que nos abramos a la gracia que Dios nos ofrece”.
En otro momento de la homilía, monseñor Buenanueva invitó a los fieles a “mirar a María, la ‘Virgencita’, la Toda santa, la Inmaculada. A ella también le gusta verse rodeada de sus hijos más pobres. Ella los reúne, les habla de la ternura de Dios, los consuela y les devuelve la alegría para vivir y servir”.
“Mirando a la ‘Virgencita’, tomados de su mano y tras sus huellas, más que nunca, nos descubrimos y nos sentimos ‘Iglesia que anuncia y camina’. Anunciamos, como María, que la misericordia del Señor se extiende de generación en generación”, destacó.
“Cada vez que una mujer queda embarazada, esa vida que crece en su cuerpo produce toda una revolución, no solo en el físico sino en toda la persona: en el alma, en los sentimientos, en las emociones y en las conductas”, añadió.
María sintió la misericordia en su cuerpo y en su alma mientras experimentaba la revolución del Verbo de Dios que se hacía carne en su propia carne.
El obispo explicó que María “conoce más que nadie el misterio de la misericordia y ternura de Dios” y precisó que “la llamamos Madre de misericordia y esperanza nuestra”.
“La Iglesia sabe de la misericordia de Dios porque sabe cómo el bálsamo del Espíritu del Señor va curando y sanando los corazones heridos. Por eso, la Iglesia de Cristo nunca dejará de anunciar, testimoniar, vivir y hacerse canal de la misericordia del Padre”, subrayó.
Por último, monseñor Buenanueva sostuvo que la Iglesia “nunca dejará de redoblar su compromiso con la pacificación de los corazones para que el perdón se convierta en cultura entre nosotros: en nuestras familias, en nuestras comunidades cristianas, incluso en nuestros vínculos sociales. Con María Inmaculada, volvamos a suplicarle al Señor lo que sabiamente implora la liturgia: ‘que el amor venza al odio, la venganza deje paso a la indulgencia, y la discordia se convierta en amor mutuo’”.+
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