Firme condena del Papa a la trata de personas



Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco dirigió hoy, -durante la bienvenida a los 16 nuevos embajadores ante la Santa Sede- un llamamiento a todos, a los creyentes y no creyentes, a los responsables de la sociedad y de las naciones para aunar fuerzas contra la plaga de la trata de personas. Después de dirigir su primer pensamiento a la comunidad internacional, a las múltiples iniciativas que se llevan adelante para promover la paz, el diálogo, las relaciones culturales, políticas, económicas, y para socorrer a las poblaciones probadas por diferentes dificultades, el Papa afrontó el tema la trata de seres humanos, crimen que le preocupa mucho, recordando que los cristianos reconocemos el rostro de Jesucristo en los más necesitados.

El papa Francisco dirigió hoy, -durante la bienvenida a los 16 nuevos embajadores ante la Santa Sede- un llamamiento a todos, a los creyentes y no creyentes, a los responsables de la sociedad y de las naciones para aunar fuerzas contra la plaga de la trata de personas.

El Santo Padre tuvo palabras para las múltiples iniciativas de la comunidad internacional para promover la paz, el diálogo, las relaciones culturales, políticas y económicas y el socorro a las poblaciones afectadas por dificultades de diverso tipo y, a continuación, retomó la cuestión de la trata de personas que “afecta a los más vulnerables de la sociedad :las mujeres, los niños y niñas, los discapacitados, los más pobres y los que provienen de situaciones de desintegración familiar y social”.


“En ellos, de manera especial -recalcó- nosotros, los cristianos reconocemos el rostro de Jesucristo, que se identificó con los más pequeños y los más necesitados. Otros, que no se refieren a una fe religiosa, en nombre de la humanidad común comparten la compasión por sus sufrimientos, con el compromiso de liberarlos y curar sus heridas. Juntos podemos y debemos luchar para que se les libere y se ponga fin a este horrible comercio”.


Francisco recordó que se habla de millones de víctimas de trabajo forzoso, de trata de personas con fines de explotación laboral y sexual y exclamó: “Esto no puede continuar: es una grave violación de los derechos humanos de las víctimas y una afrenta a su dignidad, además de una derrota para la comunidad mundial. Todas las personas de buena voluntad, sea que profesen una religión o que no lo hagan, no pueden permitir que estas mujeres, estos hombres, estos niños sean tratados como objetos, engañados, violados, a menudo vendidos y revendidos, con diferentes fines y, al final asesinados, o de cualquier formas, dañados en el cuerpo y la mente, y por fin, desechados y abandonados. Es una vergüenza”.


“La trata de personas es un crimen contra la humanidad. Es necesaria una toma de responsabilidad común y una voluntad política más fuerte para vencer en este frente. Responsabilidad hacia los que han caído víctimas de la trata de personas, para proteger sus derechos, y para garantizar la incolumidad de sus familiares, para evitar que los corruptos y los delincuentes eludan la justicia y digan la última palabra sobre las personas. Una intervención legislativa adecuada en los países de origen, tránsito y llegada, también para facilitar la regularidad de las migraciones, puede reducir el problema”.


Los gobiernos y la comunidad internacional, a quienes compete la responsabilidad de prevenir y evitar este fenómeno, “no han dejado de tomar medidas en los distintos niveles para bloquearlo y para proteger y asistir a las víctimas de este delito, a menudo vinculado con el comercio de drogas, de armas, del transporte de inmigrantes ilegales, con la mafia, que “desgraciadamente, no podemos negar, a veces también contagió a los agentes de servicio público y a los miembros de los contingentes que participan en misiones de paz”.


Pero para contrastar con eficacia esa lacra, es necesario que la acción se extienda al ámbito cultural y a la comunicación, que necesitan “un profundo examen de conciencia” porque a menudo en ellos se tolera que un ser humano “sea considerado como un objeto, expuesto para vender un producto o para satisfacer deseos inmorales”. Y, en cambio “la persona humana nunca debe ser comprada y vendida como una mercancía; quién la utiliza y la explota, aunque sea indirectamente, es cómplice de este abuso”.


“He querido compartir con ustedes -dijo el Pontífice- estas reflexiones sobre una plaga social de nuestro tiempo, porque creo en el valor y la fuerza de un esfuerzo concertado para combatirla. Por consiguiente, insto a la comunidad internacional a hacer todavía más concorde y eficaz la estrategia contra la trata de personas para que, en todas las partes del mundo, los hombres y las mujeres nunca sean utilizados como un medio, sino respetados siempre en su dignidad inviolable”.


Los 16 nuevos embajadores y un representante diplomático no residentes ante la Santa Sede son los siguientes: los embajadores de Argelia (Boudjemaa Delmi), Islandia (Martin Eyjolfsson), Dinamarca (Lars Vissing) Lesotho (Lineo Lydia Khechane Ntoane),Sierrra Leona (Ibrahim Sorie), Cabo Verde (Emanuel Antero García da Veiga), Burundi (Edouard Bizimana), Malta (George Gregory Buttigieg), Suecia (Lars-Hjalmar Wide), Pakistán (Aman Rashid), Zambia (Paul William Lumbi), Noruega (Thomas Hauff), Kuwait Bader Saleh Al -Tunaib), Burkina Faso (Yemdaogo Eric Tiare), Uganda (Marcel R. Tibaleka) y Jordania (Makram Mustafa Al Queisi) y el representante diplomático de Palestina (Isa Jamil Kassissieh).+



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