La misa exequial, en la que se rezó por el eterno descanso del sacerdote, fue presidida por el obispo de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña, monseñor Hugo Barbaro, y concelebrada por su obispo auxiliar, monseñor Gustavo Montini, y otros sacerdotes del clero local.
Durante la homilía, monseñor Barbaro subrayó la mirada que cada uno debe tener ante la partida del padre Ricardo: “Murió en el Señor, después de haber escuchado su llamado, de haber recibido el sacerdocio hace ya casi 29 años, y de haber estado cerca suyo y hacerlo presente a tanta gente”.
“¿Qué obras lo acompañan? Las innumerables veces que prestó su voz y sus brazos para hacer presente a Cristo con los sacramentos; las veces que hizo oír a los demás al Espíritu Santo con un consejo o con la predicación; las que hizo presente el amor del Nuestro Padre Dios de tantas maneras como lo hace un sacerdote”, reflexionó el obispo.
Monseñor Barbaro invitó a los presentes a ponerse bajo la mirada de Dios: “Aprovechemos hermanos a revisar nuestro proyecto de vida. ¿Hacia dónde te llevan tus obras, tu conducta, todo lo que hacés? ¿A pasarlo bien con placeres egoístas, a la corrupción, o a una vida digna de un hijo de Dios? Contamos con toda la ayuda de Dios”
El celebrante aseguró que el difunto sacerdote “gozará ya de la dulzura del Señor y contemplará su templo, el de Dios, que es toda la Iglesia, y por tanto también esta parroquia. De un modo más eficaz, junto al mismo Dios sigue ayudando y es lógico que colabore con lo que era su vida acá en la tierra”.
El padre Benítez era oriundo de Presidencia Roque Sáenz Peña. Fue ordenado diácono el 27 de diciembre de 1985 y recibió el orden sacerdotal 12 de diciembre de 1986 en la catedral de San Roque por imposición de manos de monseñor Abelardo Silva.
Durante su ministerio sacerdotal, el padre Ricardo pasó por las comunidades de Coronel Du Graty, Corzuela y Villa Berthet. Siempre recordaba que se sentía un sacerdote profundamente protegido por la Virgen María, ya que cada una de esas parroquias estaban bajo el patrocinio de una advocación mariana.
En sus tareas pastorales, particular lugar ocuparon los jóvenes: primero se desempeñó como delegado vocacional y recientemente, en Villa Berthet, acompañó arduamente la pastoral juvenil, dándole un lugar importante en las tareas parroquiales. También es notable su particular dedicación a las vocaciones sacerdotales y religiosas: guió a varios jóvenes en su camino de discernimiento. Tanto en la diócesis como en la parroquia lo recordaran como un sacerdote de carácter fuerte, pero comprometido con lo que hacía.
Según sus allegados, sentía a Villa Berthet como su pueblo. Fueron muchos los acontecimientos importantes que lo unía a esta comunidad: los 50 años de la parroquia, sus 25 años sacerdotales, las vocaciones sacerdotales y religiosas que él vio nacer y que acompañó.
En el obispado recordaron que los médicos habían diagnosticado al difunto un trastorno multifuncional, con una complicación hepática agravada por su diabetes. Desde ese momento sus familiares no dejaron de acompañarlo en ningún momento, dándole contención y todo lo necesario para afrontar este proceso.+
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