Numerosos fieles se acercaron a compartir la celebración, que tuvo como lema “Lo tomó, lo partió, lo dio”. En su homilía, monseñor Fernández destacó el encuentro como una oportunidad “para vivir una vez más el amor Misericordioso con que el Padre Dios, nos cuida, nos llena de ternura y no deja de asombrarnos con sus obras maravillosas”.
“Este tiempo del Adviento nos llena de esperanza y confianza, nos prepara para ese acontecimiento central de la humanidad donde, en uno de los lugares más humildes, pobres y olvidados de las grandes ciudades, como era Belén, nacía el Salvador del mundo”, recordó el obispo, destacando la sencillez del pueblo donde nació el nuevo sacerdote: “El amor de Dios sigue haciendo ‘de las suyas’, obrando caminos silenciosos, pobres y humildes, haciéndose el centro, trayéndonos a todos aquí a Soledad, porque Él quiere mostrarnos una vez más, su obra desde la sencillez, la vida honesta del sacrificio cotidiano”.
“Es este amor de Dios, que hoy nos convoca para mostrarnos su vida, su obra en Mauricio, uno de los hijos de este pueblo”, señaló, y le recordó al sacerdote que “no se olvide nunca de sus raíces”.
“Aquí tu madre, junto a tu padre y toda tu familia te recibió la vida, y aquí también el amor de Dios, hoy te quiere entregar esta nueva vida del sacerdocio, que no es para olvidar lo vivido, sino porque lo vivido te ha ayudado a que hoy puedas llegar a vivir al servicio del Pueblo de Dios, pero siempre sin olvidar tus raíces, fundamento también del amor con que Dios, te llamó”, agregó, y aseguró que “en cada misa que vas a celebrar, estarás ayudando al Pueblo de Dios a volver a sus ‘raíces cristianas’, como hoy vos, recibís el Orden Sagrado del sacerdocio, en tus raíces, aquí en Soledad”.
El prelado hizo referencia al lema elegido por Mauricio: “Lo tomo, lo partió y lo dio”. Al respecto, destacó que Cristo, al saberse enviado por el Padre, dijo “aquí estoy”. “A Él no le marcaron la cancha”, indicó el obispo, en lenguaje de fútbol. “Jesús tomó las riendas de su Vida”, con libertad y entusiasmo, fiel a la misión que el Padre le había encomendado. Del mismo modo, le pidió al nuevo presbítero “andá vos también, como fuiste desde tus raíces, con sencillez y alegría, con coraje y entrega”.
Monseñor Fernández le pidió además que le dé su vida a los jóvenes, y le recordó que la vida del sacerdote no es “para sentarse y pasarla bien, ni para ser servido o ponerse por encima de los otros” sino, como el Cura Brochero, “para andar entre la gente y ponerte a su disposición”, sin dejarse tentar por el “clericalismo”, recordando que los sacerdotes son “instrumentos para dar la vida acompañando y sirviendo a todos”.
Para finalizar lo llamó a colaborar en la “cultura del encuentro” y lo animó: “no temas dejar el rebaño, cuando alguna de las ovejas se han perdido, pero nunca juzgues, o peor aún condenes, porque no nos dieron la misión de juzgar o de condenar, sino la de ser misericordiosos, la de perdonar y volver a la vida, con alegría en el corazón”.
En Adviento, Dios envía a su hijo, mencionó el prelado, “sale de sí mismo”. “Como el pan vivo eucarístico, salís vos Mauricio, enviado por Dios, para dar la vida”, agregó, alentándolo a ser una “Iglesia en salida”, como pide el Santo Padre. “Si estás donde ahora estás, es porque Él te miró y te llamó, y te da la gracia del Sacerdocio”, finalizó, recordándole la importancia de dejarse dar ternura por la Virgen María, y expresándole el apoyo de todos los que están a su lado.+
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