Así en la Sala Clementina el Papa les indicó que considera su servicio “importante, especialmente en el actual contexto social” donde existe “aislamiento y falta de diálogo” típico en las grandes ciudades, con “indiferencia difusa, comunicación cada vez más virtual y menos personal, carencia de valores sólidos sobre los cuales fundar la existencia, cultura del tener y del aparecer”.
Francisco destacó la tarea de la asociación que se dedica a sostener a los que atraviesan por situaciones de soledad, de desamparo y necesitan escucha, comprensión y ayuda moral. “Se trata -dijo el Papa- de un servicio importante, especialmente en el contexto social actual, caracterizado por malestares de vario tipo originados, a menudo, por el aislamiento y la falta de diálogo”.
El Santo Padre indicó a continuación que las grandes ciudades se convirtieron en el exponente de la “indiferencia generalizada”. Un tipo de vida, explicó el pontífice al que nos estamos acostumbrando: “La comunicación cada vez más virtual y menos personal, la carencia de valores sólidos en los que basar la existencia, la cultura del tener y del aparentar. En este contexto, es indispensable fomentar el diálogo y la escucha”, animó el pontífice.
“El diálogo permite conocerse y entender las necesidades recíprocas. En primer lugar, es muestra de gran respeto, ya que pone a las personas en actitud de apertura mutua, para percibir los aspectos mejores del interlocutor. Además, el diálogo es expresión de caridad porque, sin ignorar las diferencias, puede contribuir a individuar y a compartir caminos que apunten al bien común”.
Asimismo, agregó el obispo de Roma, “dialogar ayuda a las personas a humanizar las relaciones y a superar las incomprensiones. Si hubiera más diálogo -¡pero diálogo verdadero!- en las familias, en el lugar de trabajo, en la política, se resolverían más fácilmente tantas cuestiones. Cuando no hay diálogo, crecen los problemas, crecen los malentendidos y las divisiones”.
Para que haya “diálogo verdadero”, el papa Francisco señaló que es indispensable “la capacidad de escuchar” y agregó: “Escuchar al otro requiere paciencia y atención. Sólo quien sabe callar, sabe escuchar. No se puede escuchar hablando: boca cerrada. Escuchar a Dios, escuchar al hermano y a las hermanas que necesitan ayuda, escuchar a un amigo, a un pariente. Dios mismo es el mejor ejemplo de escucha: cada vez que rezamos Él nos escucha, sin pedir nada e incluso se adelanta y toma la iniciativa para satisfacer nuestras peticiones de ayuda”.
Por último, el Santo Padre animó a los voluntarios de “Teléfono amigo” a continuar “con entusiasmo renovado su valioso servicio a la sociedad para que nadie permanezca aislado, para que no se rompan los lazos de diálogo y nunca falte la escucha, que es la manifestación más simple de caridad hacia los hermanos”.
“Cuento con sus oraciones”, concluyó Francisco sus palabras y los confió “a la protección de la Virgen María, mujer de silencio y escucha”.
Teléfono amigo, ofrece desde 1967 un servicio gratuito durante todo el año, gracias a sus 700 voluntarios que “escuchan a quienes se encuentren en una situación de soledad, angustia, tristeza, rabia y malestar y a quien sienta necesidad de compartir estas emociones con una voz amiga. +
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