El Papa fue recibido por el mandatario italiano y tras los honores militares y los himnos, el pontífice y el presidente se desplazaron hasta el estudio de este para reunirse en privado.
Después tuvo lugar el intercambio de regalos y la presentación de las delegaciones oficiales para dar paso a un discurso en el que pidió también ayudar a los jóvenes a encontrar empleo.
En su discurso, el papa Francisco recordó que su visita se sitúa en el cuadro de las relaciones entre la Santa Sede e Italia y quiere intercambiar aquella que Usted realizó al Vaticano, afirmó el Papa, el 18 de abril de 2015, poco tiempo después de su elección al más alto cargo del Estado.
“Veo a Italia con esperanza. Una esperanza que está fundada en la grata memoria hacia los padres y abuelos, que también son los míos – señaló el pontífice – porque mis raíces están en este país. Una grata memoria hacia las generaciones que nos han precedido y que, con la ayuda de Dios, han llevado adelante los valores fundamentales: la dignidad de la persona, la familia, el trabajo. Y estos valores los han puesto también al centro de la Constitución republicana, que ha ofrecido y ofrece un cuadro estable de referencia para la vida democrática del pueblo”.
Francisco señaló también que, vivimos en un periodo en el cual Italia y toda Europa están llamados a confrontarse con los problemas y riesgos de diversas naturalezas, como el terrorismo internacional, el fenómeno de la migración, la dificultad de las jóvenes generaciones de acceder a un trabajo estable y digno.
“Me alegra subrayar que Italia –precisó el Papa– mediante la operosa generosidad de sus ciudadanos y el compromiso de sus instituciones y haciendo un llamado a sus abundantes recursos espirituales, se empeña en transformar estos desafíos en ocasiones de crecimiento y en nuevas oportunidades. Una prueba, entre otras –señaló el pontífice– es la acogida a los numerosos prófugos que desembarcan en sus costas, la acción de primeros auxilios garantizada por sus naves en el Mediterráneo y el compromiso de grupos de voluntarios, entre los cuales se distinguen asociaciones de entes eclesiales y la capilar red de parroquias. También es una prueba el gran compromiso de Italia en ámbito internacional en favor de la paz, de la conservación de la seguridad y de la cooperación entre los Estados”.
Por ello, en cuanto se refiere al vasto y complejo fenómeno migratorio, el papa Francisco evidenció que, está claro que pocas naciones no pueden hacerse cargo enteramente, de los recién llegados en sus sociedades, por esta razón, dijo, es indispensable y urgente que se desarrolle una amplia e incisiva cooperación internacional.
Entre las cuestiones que hoy mayormente interpelan a quienes tiene presente el bien común, dijo el Papa, y en modo particular los poderes públicos, los empresarios y los sindicatos de trabajadores, esta aquella del trabajo. “Reafirmo el llamamiento a generar y acompañar procesos que den lugar a nuevas oportunidades de trabajo digno – afirmó el Santo Padre – las dificultades juveniles, los nuevos pobres, la dificultad que los jóvenes encuentran al formar una familia y al traer al mundo hijos encuentran un denominador común en la insuficiencia de la oferta de trabajo, y muchas veces precario o mal retribuido que no permite una seria proyección. Es necesaria una alianza de sinergias y de iniciativas para que los recursos financieros sean puestos al servicio de este objetivo de gran respiro y valor social y no sean en cambio disueltas y dispersas en inversiones prevalentemente especulativas”.
La Iglesia en Italia es una realidad vital, fuertemente unida al alma del país, al sentir de su población. Que vive sus alegrías y sus dolores, y busca, según sus posibilidades, aliviar los sufrimientos, reforzar las relaciones sociales, y ayudar a todos a construir el bien común. “Este compromiso, que evoca el principio de la distinción fijada en el art. 7 de la Constitución, expresa y promueve al mismo tiempo –precisó el Papa– una peculiar forma de laicidad, no hostil, ni conflictiva, sino amigable y colaborativa, si bien en la rigurosa distinción de las competencias propias de las instituciones políticas de un lado y de aquellas religiosas del otro”.
“Estoy seguro, concluyó el Papa Francisco que, Italia sabrá valerse de todos sus recursos espirituales y materiales con espíritu de colaboración entre sus diversos componentes civiles, y encontrará el camino justo para un ordenado desarrollo y para gobernar del modo más apropiado los fenómenos y las problemáticas que tiene ante sí”.+
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