La casa fue edificada en un predio donado por el obispado de Catamarca, ubicado en el puesto Los Molles, en el departamento Ambato, y construida gracias a un aporte económico del papa Francisco. El hogar será atendido por la comunidad Cénaculo, con el apoyo de la Pastoral de Adicciones, y fue puesta bajo el patronazgo de Nuestra Señora del Valle.
Participaron de la inauguración el vicecónsul honorario del reino de España, profesor Walter D’Aloia Criado, el secretario de Seguridad de la provincia, doctor Marcos Denett, religiosas y miembros de la comunidad Cenáculo de distintas provincias del país, miembros del grupo Amigos de Cenáculo de Catamarca, familiares de los jóvenes en recuperación y ya recuperados, y colaboradores.
Durante su homilía, monseñor Urbanc agradeció a quienes vinieron desde lejos para compartir este momento tan importante para la Iglesia y para el mundo, “porque lo que aquí acontece cambia al mundo y tenemos que agradecerle a Dios por este don que lo tenía presente desde toda la eternidad”, aseguró.
“Nosotros somos los que disfrutamos de este don, de esta gracia”, afirmó y destacó que “esta es una obra de Dios, porque ha habido personas, desde la madre Elvira y tantos otros, que han acompañado este proyecto y que lo siguen haciendo para que el plan salvífico de Dios se vaya haciendo realidad”. “Agradezco a esta comunidad que comienza acá y que van a hacer esta experiencia de aprender a crecer con lo poquito que se les puede ofrecer”, manifestó. Luego el prelado explicó que la terapia “para salir de la esclavitud tiene tres patas”: la vida comunitaria, la oración y el trabajo.
“La vida comunitaria en la que Jesús será el centro”, explicó y añadió: “El gran mal de este mundo es el individualismo, la familia rota, los vínculos sociales rotos y eso genera las adicciones. La adicción es fruto del individualismo que se vive en nuestros tiempos”. En segundo lugar, la oración. “Orar es hablar con Jesús, el liberador de la humanidad, el que devuelve la dignidad al ser humano”, aseveró y animó a vivir “una oración hecha con gozo, metódica, que se hace con tenacidad, venciendo el desgano”. En tercer lugar, el prelado señaló el trabajo, “que es mancomunado, es el ejercicio de la tarea más importante que Dios le ha dejado al hombre, que es cuidar la creación”, puntualizó y continuó: “Van a tener un hermoso lugar para encontrarse con la creación, donde uno puede descubrir la belleza del poder de Dios”.
Al finalizar la celebración eucarística, dos jóvenes de la comunidad acompañaron el Santísimo Sacramento llevado en procesión por el obispo y los sacerdotes presentes hasta el sagrario ubicado en la casa, donde recibe la adoración de sus moradores.
La comunidad Cenáculo
La comunidad nació el 16 de julio de 1983, fiesta de Nuestra Señora del Carmen, en la colina de Saluzzo (Cuneo, Italia), por iniciativa de Rita Petrozzi (madre Elvira). Después de años de espera y oración, la madre Elvira recibió las llaves de una casa abandonada, que abrió para acoger a jóvenes perdidos por las adicciones. Comenzó esta “aventura” sin seguros materiales, pero con la única gran certeza de la fidelidad de Dios y con la intuición profunda de que lo que buscaban estos jóvenes no era algo, sino alguien: el rostro del Padre.
Eran cada vez más las personas que pedían ayuda, por lo que surgió la necesidad de abrir más casas, primero en Italia y después en diferentes países del mundo. Con el pasar de los años, se formó un grupo de personas de varios países que, sostenidas por el mismo carisma inspirador, caminaban juntas “de las tinieblas a la luz”. La primera aprobación de la autoridad eclesiástica como asociación de fieles tuvo lugar en la fiesta de Pentecostés de 1998. El 16 de julio de 2009, el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento de la comunidad Cenáculo como asociación internacional de fieles.+
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