Mons. Buenanueva: ¿Usted se ha encontrado con Cristo?
En su columna semanal en el periódico La Voz de San Justo, el obispo relata un encuentro que tuvo con un joven no creyente, quien se acercó a él con muchas inquietudes sobre Dios y la fe. En un momento de nuestra conversación, yo dije algo más o menos así: Soy un hombre de fe porque he tenido un encuentro con Cristo, cuenta monseñor Buenanueva, afirmación que generó en el joven la inquietud: ¿Cómo? ¿Usted se ha encontrado con Jesucristo?.
A partir de esa charla, detalla el prelado, no pudo dejar de pensar en sus propias palabras. Eso es lo bueno del diálogo a corazón abierto. Te desinstala. Mucho más si versa sobre Dios, la fe en él y su Cristo, añade.
Una frase significativa para un creyente suena distinto a los oídos de alguien que no lo es. La fe es una forma de estar parado en la vida y, por eso mismo, de experimentar la realidad. También lo es el no creer en Dios. Hay, a la base de ambas, formas distintas de vivir, sentir y comprender la vida, afirma el prelado.
Monseñor Buenanueva recuerda también una frase de Benedicto XVI: No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.
Al meditar sobre la fe en Jesucristo en el Credo apostólico, no puedo dejar de preguntarme por esa experiencia fundante que se condensa en la expresión encuentro. Antes de seguir adelante con los demás artículos del Profesión de fe, quisiera detenerme en esta cuestión, manifiesta.
El prelado explica que el Credo, sobre todo en esta parte centrada en Jesucristo, antes que un conjunto de ideas abstractas relata una historia. Va enhebrando acontecimientos, vivencias, palabras interpretados por la fe, que es la respuesta que el hombre da a un Dios que ha entrado en el entramado de su vida y que, desde ese lugar, le habla, le tiende la mano y lo invita a la comunión.
El amén de la fe no surge al final de una búsqueda intelectual que indaga y saca conclusiones. La fe tendrá su momento de reflexión racional. Y será riguroso, sistemático y nunca acabado del todo. Pero es un momento segundo. Lo primero es siempre la experiencia de haber sido alcanzados por una presencia que interpela y moviliza. Y lo hace, también desde la propia historia y realidad concretas, agrega.
Por otra parte, monseñor Buenanueva asegura que el lugar de la fe es la propia vida, la propia biografía personal. Allí tiene lugar el encuentro con ese acontecimiento y esa persona de los que habla Benedicto. Por eso, no solo para confesar la fe hay que contar la historia de Jesús el Cristo, sino que hay que hacerlo entrando también en los entresijos de la propia historia personal. Y toda entera, en su amplitud y en sus estrecheces; sus luces, que las tiene y son muchas, pero también en sus sombras pesadas e intimidantes.
El obispo considera que el encuentro con Cristo siempre sucede en una historia compartida, y que nunca la fe es una aventura solitaria, aunque sea personal. Lo primero siempre es el recibir lo que se nos ofrece gratuitamente. He llegado a ser creyente porque otros han puesto en mis labios y en mi corazón los nombres de Jesús, de María y de Dios. Y me han enseñado a leer el Evangelio y, con esa luz, leer mi propia biografía, convertida también ella en un pequeño evangelio, aclara.
En mi caso personal, el encuentro con Cristo es inseparable de algunos hombres y mujeres, cuyas vidas me han hablado antes que sus palabras. Cristo me resulta inseparable de esos cristianos. Así he sido alcanzado por él. Pero también, ese encuentro con Cristo acontece cuando, saliendo de mí mismo, busco compartirlo con otros, concluye.+
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