Al llegar al templo, a las 12, el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, celebró una misa, en la que pidieron a la Virgen renovar la misión de la Iglesia diocesana, y vivir una esperanza comprometida.
La Eucaristía fue concelebrada por monseñor Martín Fassi, obispo auxiliar de San Isidro; monseñor Jorge Eduardo Scheinig, obispo auxiliar de Mercedes-Luján, y monseñor Miguel Ángel DAnnibale, obispo de Río Gallegos. Monseñor Jorge Casaretto, obispo emérito de la diócesis de San Isidro, también estuvo presente en la celebración y, a pedido de monseñor Ojea, compartió unas palabras en las que recordó especialmente a monseñor Aguirre, primer obispo de la diócesis.
En su homilía, monseñor Ojea expresó: Venimos a celebrar el amor de Dios, la alianza de Dios con su pueblo, que nos haya elegido para regalarnos la fe. La misión forma parte de nuestra vida, por eso tenemos que ir descubriendo en la comunidad cual es nuestro carisma, qué es aquello para lo que el Señor nos ha elegido, animó.
Como camino de la diócesis hacia la Asamblea Diocesana del próximo año, el prelado propuso reflexionar acerca de quiénes son los pobres en la diócesis de San Isidro. Les pido que reflexionen sobre quiénes son los pobres en nuestra diócesis, quienes son aquellos de quienes tenemos necesidad de aprender. Estamos llamados a reconocer la presencia de Cristo en los pobres. A prestarles nuestra voz en sus causas. Pero, también, a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos", explicó.+
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