La Congregación para las Iglesias Orientales está constituida por un cardenal prefecto (Sandri) y 27 cardenales miembros, un arzobispo y cuatro obispos designados por el Papa. En términos prácticos, el Dicasterio funciona en el Vaticano con un equipo de 26 personas desde el cardenal Sandri hasta el recepcionista, y desempeña una función vital con las mismas facultades que tienen para la Iglesia de rito latino las Congregaciones para los Obispos, para el Clero, para el Culto Divino, para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apóstólica y para la Educación Católica.
El Dicasterio apoya el Pontificio Instituto Oriental -del que el cardenal Sandri es Gran Canciller- que estudia liturgia, espiritualidad y derecho canónico. Para la asistencia a las Iglesias más necesitadas de Oriente en el campo religioso, social y educativo, la Congregación creó la red Roaco (Reunión de las Obras para la ayuda a las Iglesias Orientales), organismo que abraza distintas organizaciones, y cuyos miembros recogen y distribuyen fondos para los fines mencionados, y la Pontificia Misión para Palestina.
La Congregación ayuda en la selección de candidatos al episcopado en las Iglesias orientales fuera de su país de origen. La labor de apoyo y comunicación con las comunidades en la diáspora es cada vez más importante, ya que mantener la identidad de los fieles católicos de rito oriental en Occidente presenta retos considerables.
La Congregación para las Iglesias Orientales fue creada cinco meses antes de la Revolución Rusa, de manera que tuvo que acompañar a las Iglesias de rito oriental bajo la opresión del régimen soviético, como la Iglesia Ucrania Greco Católica. Actualmente es el Dicasterio directamente relacionado con las Iglesias perseguidas en Oriente Medio, como la Iglesia Caldea en Irak y la Iglesia Siríaca en Siria. En medio de las presiones materiales y culturales, la Congregación trabaja para que la riqueza y tradición de las Iglesias de rito oriental no desaparezcan.+
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