"La palabra de Dios -comentó el prelado-, cuando la dejamos entrar en nuestro corazón, nos crea a veces cierta conmoción. En este caso vemos a Jesús que pasa por un pueblo pagano y se encuentra con una mujer cananea que le ruega salve a su hijo que está poseído, a lo que en un primer momento Jesús se niega porque los cananeos eran un pueblo que no tenía nada que ver con los judíos de aquel entonces, eran extranjeros y los judíos, por su raza, por su religión creyentes en Dios, en Yahvé, eran el pueblo elegido y los otros eran los extranjeros, los paganos, los no elegidos. La mujer escucha aquellas palabras que suenan duras, pero en lugar de responder con agresividad, resentimiento u orgullo, responde con humildad, por lo que Jesús accede a su pedido y salva a su hijo.
"En la vida -reflexionó monseñor Frassia-, nos encontramos con muchas respuestas similares. Los de adentro a veces nos apropiamos y casi pretendemos tener el monopolio de Dios; sin embargo, a veces, los que están materialmente afuera son más respetuosos, más atentos a las cosas sagradas de Dios.
Esto no significa que hay que estar afuera para poder entender lo de adentro; lo que sí es importante, estando donde uno esté, tener esa capacidad de humildad, de confianza, donde uno suplica, pide y espera de Dios todo lo que Dios nos quiera dar. Por eso la Iglesia es católica. Católico quiere decir universal. La salvación de Dios viene a todos, por todos y para todos. No importa la raza, ni la condición social, ni el lugar, ni la procedencia, ni las religiones desde donde vendrían, porque el mensaje de Cristo es católico, es decir universal.
"Pidamos al Señor tener confianza, humildad, pobreza, para poder secundar lo que le pedimos a Él y recibir lo que Dios nos da. Eso es importante. Además, saber que el discípulo, el que quiere seguir a Cristo, tiene que salir y buscar a los que están cerca, a los que están lejos, a los periféricos, a los marginados, a los pobres, a los sufrientes, es decir a todos. La Iglesia tiene que estar donde está el hombre y nosotros tenemos que estar, como Iglesia, donde están los hombres", concluyó monseñor Frassia.+
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