Monseñor Aguer comenzó aclarando que aunque el programa Claves para un Mundo Mejor es “un programa de buenas noticias”, “yo suelo arrojar pálidas sobre la platea televidente, pero pálidas que son realidades y uno no las dice con mala intención, sino todo lo contrario”.
“Por ejemplo -añadió-, si uno lee los Libros de los Profetas puede asombrarse, incluso asustarse, de los avisos, advertencias muy fuertes, por no hablar de las amenazas de los Profetas de Israel. Recuerdo un pasaje de Ezequiel que decía que si el Profeta no avisa antes y la persona obra contra la Ley de Dios esa persona recibirá el castigo correspondiente, pero el Profeta también por ser cómplice, por no haber avisado. Hay que avisar de muchas cosas, hay que alertar. Por las dudas digo que yo no ‘me las tiro de profeta’”.
“Esto es sólo una introducción, porque lo de hoy no es un aviso y mucho menos una amenaza, sino un lamento. Quiero comentar algo que seguro ustedes conocen a través de los medios, y es que en La Plata, en el Colegio Nacional, una chica de 15 años se pegó un tiro en la cabeza, en la boca. Se suicidó en la clase de Geografía, delante de la profesora y delante de sus compañeros ante el espanto de todos. Eso es algo tremendo, yo no dejo de lamentarme y de rezar por este caso”.
El influjo de las redes
“Se ha comentado enormemente esa triste realidad en todos los sentidos posibles; todavía la investigación no ha dado resultados seguros. He leído, días pasados, un artículo magnífico de Luciano Román, un gran periodista, sobre este caso y sobre el influjo de las redes, porque una de las pistas de la investigación es el acoso, el bulling a través de las redes al cual habría estado sometida posiblemente esta niña. Lo que dice Luciano Román es que el universo de las redes para los jóvenes se ha convertido hoy en un ámbito independiente, propio de ellos, y sumamente peligroso”. ¿Cómo se hace entonces? ¿Qué podemos hacer?”.
La reflexión sobre un hecho tan doloroso del prelado platense continuó en estos términos: “Se ha suscitado una discusión acerca de si los padres deben vigilar y cómo deben vigilar el acceso de sus hijos a las redes. Hoy los chicos entran prematuramente y con mucha independencia en este mundo. Me pregunto, en el caso de esta chica, llamada Lara, ¿qué la habrá movido a dar ese paso fatal? ¿Qué le habrá pasado? No soy investigador, pero soy un pastor de la Iglesia, ha ocurrido en La Plata, así que lo siento en el corazón y he rezado y rezo mucho por ella y por su familia”.
La familia
“He visto declaraciones del papá, pero no se ha publicado nada acerca de la mamá. Yo me pregunto si el papá y la mamá vivían juntos, porque una de las cosas que ocurren muchas veces es que los chicos parecen huérfanos, los chicos están desorientados, no reciben en la casa la educación, la formación que debieran por circunstancias que son ajenas a ellos y a su voluntad. La separación de los padres es demasiado frecuente y no se advierten los daños que eso puede causar en los hijos. Digo esto con todo respeto y sin ánimo de juzgar a nadie”.
La cultura vigente
“Luego está también el influjo de la cultura vigente. Se habla de juegos que existen en las redes y que incitan al suicidio. Todo nos está alertando acerca de un vacío espiritual, de almas vacías, de almas que no tienen a Dios y por lo tanto no pueden tenerse a sí mismos. Son personas, seres humanos, que no pueden conocerse plenamente a sí mismos, no saben qué son, quiénes son, para qué están en este mundo, qué es la vida y qué es la muerte, qué pasa después de la muerte. Por eso, darse muerte una joven de 15 años es algo patético, terrible, que debe conmovernos a todos, que tiene que llevarnos a rezar y que tiene que llevarnos también a investigar un poco domésticamente si se quiere, en el ámbito que nos rodea, a observar este fenómeno de los hijos abandónicos, de los chicos sueltos, de los chicos solitarios, de los chicos que a lo mejor cubren esas carencias con la agitación del boliche, de las previas, de encuentros, pero que, en realidad, en el corazón están solos, están tristes. Este es un fenómeno característico de nuestra cultura. Yo no creo que siglos atrás los adolescentes se suicidaran. Si alguno tiene algún dato que me lo acerque pero me parece que es un dato típico de este tiempo”.
“Albert Camus, este gran escritor, ateo, del siglo pasado, dijo que “el único problema verdaderamente humano es el suicidio”; él lo decía hablando de personas mayores y no de adolescentes. Era lógico que en el caso de un pensador ateo se razone así, pero no es nuestro caso, el de los cristianos, porque tenemos el sentido de la vida y tenemos que trasmitir un sentido de la vida”.
El colegio
“El hecho del que les estoy hablando sucedió, como les dije, en el Colegio Nacional, un colegio prestigioso, laico, pero a veces me pregunto si en nuestros colegios católicos trasmitimos verdaderamente el auténtico sentido de la vida. Varias veces he hecho la prueba de hablar con los alumnos del sexto año de algunos colegios, sobre todo de quienes siguen la orientación “Ciencias sociales”, y tengo la impresión de que aunque hayan estado en la institución desde salita de tres no sé qué se han llevado”.
Monseñor Aguer concluyó diciendo que “esta es una pálida; lamento porque es una pálida real, por eso yo los invito a que recemos por esta chica, Lara, y a que pensemos un poco en este problema. Y si ustedes tienen hijos, nietos, sobrinos, vean esto, acérquense un poquito a ellos para saber en qué están. Asómense a ese mundo para nosotros, viejos, tan misterioso, de la infancia y la adolescencia”.+
Publicar un comentario