Nuestro nuevo obispo
La elección de un nuevo obispo es un momento de particular importancia en la vida de la Iglesia.
La diócesis de Mar del Plata, que además está celebrando su sexagésimo aniversario, recibió el 18 de julio la noticia de que el papa Francisco, al mismo tiempo que aceptaba la renuncia de monseñor Antonio Marino, que el 10 de marzo llegó a la edad establecida por el Código de Derecho Canónico, nombraba como su sucesor al padre Gabriel Mestre que desempeñaba la función de vicario general junto con la de párroco de la iglesia catedral.
Llamó la atención cómo la opinión pública señaló la edad del elegido (48 años), comparándola con la de sus antecesores. Así, se recordaba que monseñor Marino, al hacerse cargo de la diócesis el 4 de junio de 2011 tenía 69 años, mientras que monseñor Enrique Rau tenía 57 años el 22 de junio de 1957; monseñor Juan Alberto Puiggari 55 el 10 de agosto de 2003; monseñor José María Arancedo el 15 de diciembre de 1991 tenía 51 años; monseñor Eduardo Francisco Pironio, también 51, el 26 de mayo de 1972 y monseñor Rómulo García 48, el 19 de febrero de 1976.
La juventud del nuevo obispo es también un signo que acrecienta las esperanzas sobre su gestión pastoral.
Totalmente nuestro
Pero el hecho de que monseñor Mestre sea el primer marplatense y el primer miembro del clero local en ser elegido obispo es la característica más significativa. Pensamos enseguida que era una de las sorpresas a que nos tiene acostumbrados el papa Francisco.
El primer obispo, monseñor Rau, después de haberse desempeñado como obispo auxiliar de La Plata fue trasladado a la diócesis de Resistencia para arribar por último a la nueva diócesis.
Monseñor Pironio vino desde su tarea como obispo auxiliar de La Plata que compartió con la de secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
Monseñor Arancedo había sido durante tres años auxiliar de Lomas de Zamora, lo mismo que monseñor Puiggari lo había sido de Paraná a lo largo de cinco años y monseñor Marino de La Plata, durante siete años.
Un caso particular fue el de monseñor García ya que, habiendo sido nombrado obispo auxiliar de monseñor Pironio, recibió la ordenación episcopal cuando ya éste había sido transferido a la Curia Romana. Recién después de cuatro meses de su ordenación, Pablo VI lo eligió tercer obispo de Mar del Plata.
Podríamos tener en cuenta que, salvo monseñor Puiggari, todos los otros obispos han tenido que ver con La Plata: tres (Rau, Pironio y Marino) como auxiliares y tres como exalumnos del Seminario (García, Arancedo y ahora Mestre) del que también lo fue Pironio sin olvidar que monseñor Rau protagonizó una importante página de la historia de ese seminario del que también Pironio, Arancedo y Marino fueron profesores.
Podríamos también referirnos a la duración de cada uno y así García llevaría la delantera con 15 años y 2 meses; seguirían Rau con 14 años y 2 meses; Arancedo con 11 años y 2 meses; Puiggari con 7 años y 3 meses; Marino con 6 años y un mes y Pironio con 3 años y 4 meses.
El único obispo fallecido en Mar del Plata fue monseñor Rau y el único emérito es, ahora, monseñor Marino ya que monseñor Pironio fue trasladado a la Curia Romana; monseñor García al arzobispado de Bahía Blanca; monseñor Arancedo al de Santa Fe y monseñor Puiggari al de Paraná.
Ante la nueva etapa
Nos despertábamos el 18 de julio con esta noticia que hacía reverdecer nuestra condición de marplatenses. Era un hermoso día de sol invernal (...). Nos alentaba la manera que tenía el nuevo obispo de reconocer y valorar su filiación marplatense (...) como que aquí nació en 1968; que estudió aquí, oyó el llamado al sacerdocio aquí; se ordenó de sacerdote en 1997; trabajó en la Catedral y la Asunción; ha sido vicario del obispo y se hizo uno para todos y con todas las cosas que tuvo a su cargo.
Ahora entra en la sucesión apostólica y deberá ser maestro, sacerdote y pastor sin excluir a nadie. Como decía un obispo al llegar a su diócesis: "Ustedes se han posesionado de mí; ustedes no son míos, yo soy de ustedes".
Sin olvidar que la diócesis abarca nueve partidos y el cayado del obispo debe tocar hasta el último rincón con sus problemas propios, nos puede ayudar a evaluar la importancia del trabajo lo que el sínodo de 2001 nos decía casi abrumándonos: "es pastor, pescador, padre, hermano, amigo, servidor, maestro, hombre de fe y esperanza".
Como para que la invocación de cada día adquiera un nuevo vigor en este amanecer pastoral: acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y con el papa Francisco y nuestro obispo Gabriel la lleves a la perfección de la caridad". (Hugo W. Segovia) +
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