Mons. Uriona consagró el altar de la parroquia San Cayetano
En su homilía, el prelado hizo referencia a los signos propios de la consagración, que nos van introduciendo en el misterio del Dios-amor que, de múltiples maneras, busca habitar en medio de su pueblo. El templo es un lugar sagrado, símbolo y expresión de nuestra propia consagración por el bautismo.
Por el bautismo fuimos constituidos templos del Espíritu Santo y, al consagrar este espacio, queremos expresar que será un lugar sagrado donde nos reuniremos, los que hemos sido consagrados por el agua y el Espíritu, para alabar, suplicar, pedir, agradecer , manifestó.
Seguidamente, recordó el origen del término iglesia, ecclesia, que significa comunidad, es decir, el templo tiene sentido porque es el lugar donde se reúne la comunidad cristiana. Si no hubiera comunidad sería un lugar bello tal vez, pero vacío de sentido. Por eso al consagrar este templo hemos de comprometernos auténticamente a construir la comunidad, indicó.
Luego hizo referencia a la importancia de la Palabra, que da vida y ha de alimentar nuestra existencia la cual no puede vivir sólo de pan sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios . La sacralidad del templo la hace la presencia particular de Jesús Él es el Verbo hecho carne, el único santo que quiere estar entre los hombres que somos pecadores porque vino a buscar lo que estaba perdido, agregó monseñor Uriona.
El obispo de Río Cuarto dijo a la comunidad presente: La Iglesia no es el lugar de los puros, de los que se creen impecables, sino la casa de los pecadores, de aquellos que buscan encontrarse con Cristo para alcanzar el perdón y la salvación. Él mediante su Palabra y los sacramentos nos reconcilia con el Padre y hace de nosotros criaturas nuevas, renovando nuestra esperanza.
Al finalizar, rogó para que esta celebración nos impulse a renovar nuestra fe y esperanza en Aquel que nos redimió, y nos comprometa a acrecentar en la comunidad la vivencia de la Caridad, y pidió a María de la Dulce espera y a San Cayetano, que acompañen la alegría que experimentamos al consagrar este lugar que ha de ser la casa de todos.+
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