Mayor espacio a las mujeres en la Iglesia, fue el tema central de la reunión con los periodistas en la Sala de Prensa celebrada ayer, 23 de octubre, evidenciando en un tiempo el gran papel que ellas desarrollan dentro de la comunidad eclesial y el hecho que “el derecho canónico, para las mujeres, prevé todo, excepto escuchar confesiones y celebrar la misa”, expresó el purpurado indio.
“Nosotros obispos -dijo- no estamos aprovechando todas las posibilidades que tenemos a disposición para promover este proceso”, “hay tantas cosas más que se pueden hacer por las mujeres y debemos hacerlas”.
Por su parte, monseñor Ricardo Ernesto Centellas Guzmán, presidente de la Conferencia episcopal de Bolivia, sostuvo que “la presencia de las mujeres en la Iglesia es mayoría, pero en los lugares de decisión están en minoría, casi invisible. Esto debe cambiar”. Nuestras estructuras -agregó- fueron concebidas en modo tal que sólo algunas personas pueden decidir”, pero “no hay necesidad que la Santa Sede de indicaciones al respecto, es a todos los niveles que debe cambiar la mentalidad, también en las parroquias”.
La petición de las mujeres de “participar más eficazmente también en las decisiones” también fue expuesto por la hermana Roselei Bertoldo, de la red: “Un grito por la vida”, comprometida en la lucha contra el tráfico de personas. “Nosotras -dijo- somos la Iglesia y hacemos la Iglesia: el hecho que fuimos llamadas al Sínodo no sólo para participar, sino a ser parte activa del proceso sinodal es un fruto del hecho que nosotras reclamamos ser protagonistas”.
La religiosa ilustró sobre el trabajo que desarrollan en la Red: “Nosotras trabamos en la Iglesia para sensibilizar a la gente sobre esta realidad”. En Brasil “la trata es un delito muy invisible y poco conocido, relacionado con la explotación sexual de las niñas y de las mujeres en particular, agregado a la cuestión de la esclavitud doméstica. Las niñas indígenas son recibidas en las casas para hacerlas estudiar, pero en realidad terminan por ser explotadas sexualmente y se vuelven víctimas del trabajo infantil más esclavo”, expresó.
El nuestro, agregó, es “un trabajo de sensibilización y formación de las personas, para que estemos en grado de denunciar la realidad de la cual son víctimas. Muchas mujeres no tienen el coraje, porque se trata de un delito que les quita la dignidad. Así terminan por caer en una trampa, cuando toman conciencia de su explotación, pierden la dignidad y no logran denunciar. Paralelamente está el tráfico de la droga”.
Continuando con el lugar de la mujer en la Iglesia, el padre Zenildo Lima da Silva, rector del seminario San José de Manaus y vice presidente de la Organización de los seminarios e institutos del Brasil, hizo notar que “nuestras estructuras están hechas de tal modo que sólo ciertas personas tienen el poder de decidir, y es esto lo que debemos cambiar”, concluyó. +
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