Francisco y Karekin II agradecen a Dios “por la constante y creciente cercanía en la fe y en el amor entre la Iglesia apostólica armenia y la Iglesia católica en el común testimonio al mensaje del Evangelio en un mundo lacerado por conflictos y que desea consolación y esperanza”.
Se cita en el texto la celebración que presidió el Papa en la basílica de San Pedro en abril de 2015 para conmemorar el centenario del “Gran Mal”, el extermino de un millón y medio de armenios por parte de los turcos. También se cita la declaración conjunta que suscribieron hace 15 años el mismo Karekin II y Juan Pablo II, afirmando que este exterminio “generalmente es definido como el primer genocidio del siglo XX”.
El texto pasa del pasado al presente: “Somos, desgraciadamente, testigos de una inmensa tragedia —afirman los líderes de las dos Iglesias— que sucede frente a nuestros ojos: innumerables personas inocentes asesinadas, deportadas u obligadas a un doloroso e incierto exilio por constantes conflictos de naturaleza étnica, política y religiosa en el Medio Oriente y en otras partes del mundo”.
La consecuencia, indica la declaración conjunta, es que “minorías étnicas y religiosas se han convertido en el blanco de persecuciones y de tratos crueles, a tal punto que tales sufrimientos motivados por la pertenencia a una confesión religiosa, se han convertido en una realidad cotidiana. Los mártires pertenecen a todas las Iglesias y su sufrimiento constituye un ‘ecumenismo de la sangre’ que trasciende las divisiones históricas entre los cristianos, llamándonos a todos nosotros a promover la unidad visible de los discípulos de Cristo”.
Después de haber rezado a los apóstoles fundadores de las respectivas Iglesias, para que cambien los corazones de “todos aquellos que comenten tales crímenes” y de todos los que “están en condiciones de detener la violencia”, Francisco y Karekin II dirigen un mensaje a los responsables de los Estados: “Imploramos a los líderes de las naciones que escuchen la petición de millones de seres humanos que esperan con ansia paz y justicia en el mundo, que piden el respeto de sus derechos atribuidos por Dios, que tienen urgente necesidad de pan, no de armas”.
“Desgraciadamente —continúa la declaración— asistimos a una presentación de la religión y de los valores religiosos de una manera fundamentalista, que es utilizada para justificar la difusión del odio, de la discriminación y de la violencia. La justificación de tales crímenes con base en ideas religiosas es inaceptable”. Además, el Papa y el Catholicos afirman que “el respeto de las diferencias religiosas es la condición necesaria para la pacífica convivencia de diferentes comunidades étnicas y religiosas”.
“Justamente porque somos cristianos, estamos llamados a buscar y a desarrollar vías de reconciliación y de paz. A tal propósito, expresamos también nuestra esperanza de una solución pacífica de las cuestiones relacionadas con el Nagorno-Karabakh”. El Papa y Karekin II piden “a los fieles de nuestras Iglesias que abran sus corazones y sus manos a las víctimas de la guerra y del terrorismo, a los refugiados y a sus familias. Está en juego el sentido mismo de nuestra humanidad, de nuestra solidaridad, compasión y generosidad, que puede ser expresado apropiadamente solo mediante un inmediato y práctico empleo de recursos”.
“Reconocemos que todo esto ya ha sido hecho, pero insistimos en que se exige mucho más por parte de los responsables políticos y de la comunidad internacional con tal de garantizar el derecho de todos a vivir en paz y seguridad, para sostener el estado de derecho, para proteger a las minorías religiosas y étnicas, para combatir el tráfico y el contrabando de seres humanos”.
Un pasaje de la declaración está dedicado a la familia. “La secularización de amplios sectores de la sociedad, su enajenación de lo que es espiritual y divino, conduce inevitablemente a una visión desacralizada y materialista del hombre y de la familia humana”. Al respecto, expresan Francisco y Karekin II, “estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos países”. Las dos Iglesias “comparten la misma visión de la familia, basada en el matrimonio, acto de gratuidad y de amor fiel entre un hombre y una mujer”.
Para concluir, el documento se refiere a las relaciones entre los armenios apostólicos y los católicos. “Estamos convencidos de la importancia crucial de desarrollar estas relaciones, emprendiendo una profunda y más decisiva colaboración no solo en ámbito teológico, sino también en la oración y en una actividad de cooperación a nivel de las comunidades locales, en la perspectiva de compartir una plena comunión y expresiones concretas de unidad. Exhortamos a nuestros fieles a trabajar en armonía para promover en la sociedad valores cristianos, que contribuyan eficazmente a la construcción de una civilización de justicia, de paz y de solidaridad humana”.
Texto de la Declaración
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