Que la Iglesia Armenia camine en paz y la comunión entre nosotros sea plena, pidió Francisco

Que la Iglesia Armenia camine en paz y la comunión entre nosotros sea plena, pidió Francisco

“Que la Iglesia Armenia camine en paz, y la comunión entre nosotros sea plena. Que brote en todos un fuerte anhelo de unidad”, dijo el papa Francisco, este domingo 26 de junio, en su discurso luego de participar de la celebración de la Divina Liturgia que presidió el Patriarca y Catholicos de todos los armenios, Karekin II.

Francisco inició su tercer y último día del viaje apostólico a Armenia, celebrando la misa en privado en el Palacio Apostólico de Etchmiadzin. Luego mantuvo un encuentro informal con 14 obispos armenios católicos y con una docena de sacerdotes que desarrollan su ministerio en el país, además de los prelados que le acompañan en el viaje apostólico.

A continuación el pontífice se dirigió hacia la plaza de San Tiridate, para asistir de la Divina Liturgia, presidida por el catholicós Karekin II.

Francisco siguió con gran atención el desarrollo de la ceremonia desde el lado derecho del estrado del altar, vestido de blanco y con una estola. Al concluir la Divina Liturgia, el catholicós Karekin II dirigió un breve discurso en el que indicó que hoy los extremismos, la xenofobia, distorsión de los valores éticos y espirituales, así como la familia en crisis amenazan nuestra fe. Señaló también que la Iglesia es una en difundir el Evangelio de Cristo, en el cuidado de la creación y del hombre que es lo máximo entre las criaturas. Y expresó su deseo de que hayan otras oportunidades para dar testimonio juntos. Francisco se acercó a Karekin II y se dieron el abrazo de la paz.

Seguidamente fue el turno del papa Francisco de dirigir unas palabras en las que agradeció al catholicós Karekin II porque “abrió en estos días las puertas de su casa y experimentamos qué dulzura, qué delicia es convivir los hermanos unidos”. Y deseó por ello que “la comunión entre nosotros sea plena” que no sea “ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios dio a cada uno”.

Y que “tengamos el oído abierto a las jóvenes generaciones, que anhelan un futuro libre de las divisiones del pasado”.

Francisco por ello invito que “así como los Apóstoles en la mañana de Pascua, no obstante las dudas e incertidumbres, corrieron hasta el lugar de la resurrección atraídos por el amanecer feliz de una nueva esperanza, así también sigamos nosotros en este santo domingo la llamada de Dios a la comunión plena y apresuremos el paso hacia ella”.

Discurso del papa Francisco
Santidad, Queridos Obispos,
Hermanos y hermanas

Al coronar esta visita, que tanto he deseado, y para mí ya inolvidable, deseo elevar mi agradecimiento al Señor, junto con el gran himno de alabanza y de acción de gracias que sube de este altar. Su Santidad me ha abierto en estos días las puertas de su casa y hemos experimentado «qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos».

Nos hemos encontrado, nos abrazamos fraternalmente, rezamos juntos y compartido los dones, las esperanzas y las preocupaciones de la Iglesia de Cristo, cuyo corazón oímos latir al unísono, y en la que creemos y sentimos como una. «Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos»: con gozo podemos hacer verdaderamente nuestras estas palabras del apóstol Pablo.

Nos hemos encontrado precisamente en el signo de los santos Apóstoles. Los santos Bartolomé y Tadeo, que proclamaron por primera vez el Evangelio en estas tierras, y los santos Pedro y Pablo, que dieron su vida por el Señor en Roma, y que ahora reinan con Cristo en el cielo, se alegran ciertamente al ver nuestro afecto y nuestra aspiración concreta a la plena comunión. Por todo esto doy gracias al Señor, por ustedes y con ustedes: ¡Park astutsò! (¡Gloria a Dios!).

En esta Divina Liturgia, el solemne canto del trisagio se elevó al cielo, ensalzando la santidad de Dios; que descienda copiosamente la bendición del Altísimo sobre la tierra por intercesión de la Madre de Dios, de los grandes santos y doctores, de los mártires, sobre todo de tantos mártires que en este lugar han canonizados el año pasado.

«El Unigénito que vino aquí» bendiga su camino. Que el Espíritu Santo haga de los creyentes un solo corazón y una sola alma; que venga a refundarnos en la unidad. Por eso quisiera invocarlo nuevamente, tomando algunas espléndidas palabras que entraron en su Liturgia. Ven, Espíritu, Tú, «que con gemidos incesantes eres nuestro intercesor ante el Padre misericordioso, Tú, que velas por los santos y purificas a los pecadores»; infunde en nosotros tu fuego de amor y unidad, y «que este fuego diluya los motivos de nuestro escándalo» (Gregorio de Narek, Libro de las Lamentaciones, 33, 5), ante todo, la falta de unidad entre los discípulos de Cristo.

Que la Iglesia Armenia camine en paz, y la comunión entre nosotros sea plena. Que brote en todos un fuerte anhelo de unidad, una unidad que no debe ser «ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada uno, para manifestar a todo el mundo el gran misterio de la salvación llevada a cabo por Cristo, el Señor, por medio del Espíritu Santo» (Palabras al final de la Divina Liturgia, Iglesia patriarcal de San Jorge, Estambul, 30 noviembre 2014).

Acojamos la llamada de los santos, escuchemos la voz de los humildes y los pobres, de tantas víctimas del odio que sufrieron y sacrificaron sus vidas a causa de su fe; tengamos el oído abierto a las jóvenes generaciones, que anhelan un futuro libre de las divisiones del pasado. Que desde este lugar santo se difunda de nuevo una luz radiante; la de la fe, que desde san Gregorio, su padre según el Evangelio, iluminó estas tierras, y a ella se una la luz del amor que perdona y reconcilia.

Así como los apóstoles en la mañana de Pascua, no obstante las dudas e incertidumbres, corrieron hasta el lugar de la resurrección atraídos por el amanecer feliz de una nueva esperanza, así también sigamos nosotros en este santo domingo la llamada de Dios a la comunión plena y apresuremos el paso hacia ella.

Y ahora, Santidad, en nombre de Dios te pido que me bendigas, a mí y a la Iglesia Católica, que bendigas esta nuestra andadura hacia la unidad plena.+

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