Al concluir el acto central, tras retirarse entre vivas y aplausos de la gente las imágenes del Señor del Milagro y del Cristo de Mailín y las de diversas advocaciones de la Virgen María, veneradas en el noroeste, el cronista de AICA pudo conversar con el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, quien no ocultaba su entusiasmo.
Afirmó que el tucumano es un pueblo mariano, que tiene fe. Y la concurrencia al Congreso Eucarístico superó todas las expectativas. Comentó que estos días fue a esperar la llegada de imágenes de la Virgen al límite de la provincia y estimó extraordinario el recibimiento que el pueblo tucumano les dio. Personas mayores lloraban, apuntó.
El cronista pudo caminar y conversar con el gobernador y el director de Culto Católico de la Cancillerìa, Luis Saguier Fonrouge, atrás del gran escenario donde se levantó el altar, mientras comenzaba un espectáculo musical, ya al caer la noche.
“La Argentina nació aquí, en Tucumán, a 1450 kilómetros del puerto”, dijo Manzur. “Hace 200 años la independencia se hizo en una casa de Tucumán. Y un tercio de los congresales que la declararon eran sacerdotes. Una vez más la historia se repite. Hoy 20.000 casas de Tucumán se abrieron para recibir a quienes venían para este gran acontecimiento de la Iglesia Católica”.
Un país bendito
“Es un país bendito, un país bendecido por Dios”, expresó. Un pequeño grupo de cinco o seis periodistas se juntó luego alrededor del gobernador, entre ellos, las cámaras del canal 8 local. Preguntado, el funcionario dijo que concuerda en todo con los mensajes escuchados estos días. Dijo que la Argentina debe ser un país que genere oportunidades para todos. Y al señalársele distintos flagelos, reconoció que hay una tarea pendiente, siempre hay cosas y esfuerzos por hacer. “Hay flagelos que superan la geografía de Tucumán y de la Argentina”, dijo con respecto al narcotráfico indicando que el crimen organizado organiza redes de orden internacional. Preguntado por los reclamos de justicia, expresó estar de acuerdo y si hay alguien que hace cosas que no corresponde, la Justicia independiente debe actuar.
Hizo notar el clima que enmarcó la enorme concentración en el hipódromo local, que transcurrió sin problemas de seguridad. “Venían familias enteras con muchas criaturas a compartir esta fiesta”.
Al respecto, cabe mencionar el ambiente de respeto y fervor que ha signado el acontecimiento religioso. A Clara Pucheta de Gargiulo, que colaboró, como otras personas de Schoenstatt en aspectos de ornamentación del congreso, le impresionó el recogimiento, el silencio de los asistentes en la ceremonia central, cuando algo característico de las multitudes puede ser el ruido, las conversaciones. Como los días anteriores, siguió habiendo muchas confesiones y largas colas de penitentes esperando para acercarse al sacramento.
Esto se dio no solamente en el lugar de la gran concentración. El obispo de Chascomús y secretario general de la Conferencia Episcopal , monseñor Carlos Malfa, comentó que a la mañana estuvo en tres actos distintos y en los tres lugares confesó a gente que se le acercó a pedir el sacramento de la reconciliación.
Chicos que saben hacer silencio
El arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, nos comentó que a la mañana estuvo en el encuentro del delegado pontificio, cardenal Giovanni Battista Re, con chicos de escuelas y catequesis, y sus padres. Y le impresionó que todos esos chicos hubieran podido hacer cinco minutos de absoluto silencio. Mientras se retiraba, contento al fin de la jornada, dos o tres madres se acercaban a pedirle que bendijera a sus chiquitos, algo que comentó que es común aquí, que le pasa todos los días y revela la profunda fe del pueblo.
Por la mañana del sábado, en la Catedral obispos y sacerdotes de iglesias católicas orientales concelebraron la Santa Misa en el rito antioqueño siríaco maronita. La homilía estuvo a cargo del obispo de los fieles armenios católicos de la Argentina y de América latina, monseñor Vartan Boghossian. El gobernador Manzur, de origen libanés y de la comunidad maronita, asistió también a esa celebración.
A la noche, pasadas las 21.30, había adoración al Santísimo Sacramento en el estrado central, en silencio, acompañado por una suave música, interpretada por Athenas Venica y Maximiliano Larghi. Lo organizó la Pastoral Nacional de Juventud. Un festival juvenil del Gen Rosso había abierto paso a esta última celebración eucarística en la que los jóvenes, que permanecían cuando muchos otros se habían ido, cantaban “a Jesús Sacramentado, Dios eterno e inmortal”.+
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