“Tenemos que ser especialistas en la oración”, testimonió un seminarista tucumano
No solo peregrinos llegaron en grandes cantidades al Jardín de la República, como se conoce a esta florida provincia. En las dependencias del seminario mayor diocesano los 65 tucumanos que se están formando para la vida consagrada son alegres anfitriones de casi 500 seminaristas de todo el país que vinieron al Congreso Eucarístico. “Es una experiencia muy linda estar todos juntos. Por ahí en los actos para de los seminaristas no compartimos tanto”, cuenta Emilio. “Pero acá todos hablamos el mismo idioma. Y también se puede ver la diversidad de cada diócesis, de cada persona. Es algo muy divertido y fraterno”, agrega. “Es que de repente los pasillos de la casa se vieron transitados al por mayor. Sotanas y clergimans se mezclan en una concordancia poco habitual. Y siempre hay una excusa para fomentar la comunión entre todos. Estamos muy mezclados en los pisos. Y siempre aparece alguna guitarra que nos reúne y nos une como seminaristas para posteriormente tener la unión en el presbiterio. Nos abre la cabeza, cada uno responde a una manera de ser Iglesia.”
Esta experiencia solo pudo ser posible en el marco del Congreso Eucarístico, al que Emilio lo toma como una muestra de la importancia de su propia vocación. “Me pongo a pensar en el futuro y me doy cuenta de que no es un hecho menor, eso me llena de entusiasmo, de ganas de seguir este camino. Es también un hecho enriquecedor para la Iglesia en la Argentina. Es una experiencia eclesial gigante. Se ve la gran riqueza de la Iglesia argentina toda junta. Esto a uno lo forma mucho”.
Como buen tucumano, siempre orgulloso de lo que se realiza en nuestra provincia, Emilio hincha el pecho para hablar del encuentro. “Me llena de orgullo que se realice en Tucumán. Estamos demostrando una organización y un despliegue muy profesional que no es muy característico del norteño.”
No solo la organización lo enorgullece, también la magnitud de la convocatoria. “Ver la cantidad de peregrinos en estos días me da un entusiasmo único.” No se achica y asume su responsabilidad ante el hecho: “Me doy cuenta de que nuestra vocación no es broma. Muchas veces tenemos la tentación de poner en duda la validez de nuestro lugar, nuestra posición. ¿Realmente lo creo? Pero uno ve la trasformación que realiza el Evangelio en toda esta gente, niños, ancianos y familias enteras. Me doy cuenta de que Nuestro Señor está presente, que vale la pena seguir anunciando la Palabra. Seguir apostando por la celebración de la misa. Hay que seguir diciéndole sí a Jesús”.
Ante tantos seminaristas reunidos en un mismo lugar, el cardenal Giovanni Battista Re aprovechó para tener un encuentro con todos los seminaristas congregados: ”Fue una experiencia hermosa. Vino con un mensaje muy claro. Fue él quien insistió en realizar esa reunión”, nos comenta Emilio. “El también fue seminarista y sabe lo que es la experiencia del seminario, por eso nos aconsejó que la aprovechemos”.
“Pero ese encuentro no solo fue importante por la emotividad del caso, sino que hay un antes y un después para la vida de muchos seminaristas. Nos cambio la cabeza, nos dijo que tenemos que ser especialistas en la oración. La caridad, la misericordia y la pastoral vienen por medio de ella. El doctorado del sacerdote tiene que estar en el culto”.
Nos saludamos con un cordial abrazo como hermanos tucumanos.+
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