Mons. Martorell: “La falta de paz interior lleva a la agresividad”

Mons. Martorell: “La falta de paz interior lleva a la agresividad”

Puerto Iguazú (Martorell) (AICA): “Al mundo y al hombre contemporáneo les falta la ‘paz de Jesucristo’, expresó en su mensaje semanal el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell. “Por eso -agregó- el hombre vive inquieto, desconsolado y muchas veces sin rumbo. La falta de paz interior lleva también a la agresividad externa y por eso no estamos en paz con nosotros mismos, ni con nuestros vecinos ni con nuestro prójimo.
“Al mundo y al hombre contemporáneo les falta la ‘paz de Jesucristo’, expresó en su mensaje semanal el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell. “Por eso -agregó- el hombre vive inquieto, desconsolado y muchas veces sin rumbo. La falta de paz interior lleva también a la agresividad externa y por eso no estamos en paz con nosotros mismos, ni con nuestros vecinos ni con nuestro prójimo. La ausencia de Jesucristo no nos deja descansar y nos hace vivir en continua inquietud. Nos quita la serenidad frente a la vida y a los problemas que ella conlleva. No nos permite tampoco la aceptación de la realidad. Tener la paz de Jesucristo implica vivir en la serenidad y en el descanso del corazón que vive confiado y seguro de la Providencia de Dios.

Comentando los textos bíblicos leídos el domingo último, que presentan el tema de la paz en múltiples aspectos, el obispo aseveró que “es Jesús el portador de esa paz, que es a un tiempo gracia, salvación y felicidad eterna no sólo para los individuos, sino para todo el Pueblo de Dios”, pero que también la Iglesia posee ya el tesoro de la paz ofrecida por Jesús a los hombres de buena voluntad, teniendo además la misión de difundirla en el mundo”.

Asimismo, señala el prelado misionero, “la misión que Jesús confía a sus discípulos es una misión caracterizada por la mansedumbre, la bondad y la paz, semejante a la de Jesús, quien no condenaba a los pecadores, sino que inmolándose a sí mismo, estableció la paz mediante la sangre de su cruz”.

Este deseo de paz no se trata de un simple saludo, sino de una bendición divina obradora de la paz, del bien y la salvación. Donde “descansa la paz de Jesús”, que ha reconciliado a los hombres con Dios y entre sí, descansa también la salvación. Quien la recibe, está en paz con Dios y con sus hermanos, vive en la gracia y el amor y está a salvo del pecado.

Esta “paz” -dijo finalmente monseñor Martorell- se posa sobre “gente de paz”. Los hombres por la gracia de Dios somos los herederos afortunados de la paz de Cristo y esto es para todos los cristianos. Pero esta paz no es como la paz que ofrece el mundo ya que ella puede coexistir hasta con las tribulaciones más punzantes.+

Texto completo de la homilía

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