“Un número incontable de mujeres consagradas, a lo largo de los siglos y hasta nuestros días, han orientado y siguen orientando toda su vida y actividad a la contemplación de Dios, como signo y profecía de la Iglesia virgen, esposa y madre; signo vivo y memoria de la fidelidad con que Dios sigue sosteniendo a su pueblo a través de los acontecimientos de la historia”, destaca el pontífice.
En el documento sobre la vida contemplativa femenina, firmado el 29 de junio y sustituye a la constitución Sponsa Christi publicada en 1950, el Papa les pide a las monjas una mayor formación, les recuerda el deber de trabajar y les advierte sobre los riesgos no atraer a extranjeras sólo para la supervivencia de los conventos.
Asimismo, detalla los problemas actuales de los monasterios del mundo, mucho de los cuales debieron cerrar por la crisis económica o por falta de vocaciones religiosas. “En este mundo que obedece a lógicas de poder, de economía y de consumo, es difícil entender su especial vocación y misión escondida”.
El documento pontificio plantea doce temas de reflexión y discernimiento para la vida consagrada en general y concluye con catorce artículos dispositivos, exclusivamente para los conventos femeninos.
Síntesis de la constitución apostólica
La agencia Zenit hace una síntesis de la nueva constitución apostólica "Vultum Dei Quaerere:Formación
Considerando el actual contexto sociocultural y religioso, el Papa pide a los monasterios que presten mucha atención al discernimiento vocacional y espiritual, sin dejarse llevar por la tentación del número y de la eficiencia. Igualmente, pide que aseguren un acompañamiento personalizado de las candidatas y promuevan itinerarios formativos aptos para ellas, quedando entendido que a la formación inicial y a la formación después de la profesión temporal se debe reservar un amplio espacio de tiempo, en la medida de lo posible no inferior a nueve años, ni superior a los doce.
Oración
El Papa les pide que recuerden que la vida de oración y la vida contemplativa no pueden vivirse como repliegue en ellas, sino que deben ensanchar el corazón para abrazar a toda la humanidad, y en especial a aquella que sufre. Así las exhorta a ser fieles “a la oración litúrgica y a la oración personal, que es preparación y prolongación de la anterior”.
Centralidad de la Palabra de Dios
Indudablemente la oración y la contemplación son los lugares más aptos para acoger la Palabra de Dios, pero al mismo tiempo, tanto la oración como la contemplación brotan de la escucha de la Palabra. “Que vuestra jornada, personal y comunitaria, esté ritmada por la Palabra de Dios. Vuestras comunidades y fraternidades llegarán así a ser escuelas donde se escucha, se vive y se anuncia la Palabra a cuantos se vayan encontrando con vosotras”, pide el Papa.
Sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación
A este propósito, asegura que “es loable, por tanto, la tradición de prolongar la celebración con la adoración eucarística, momento privilegiado para asimilar el pan de la Palabra partido durante la celebración y continuar la acción de gracias”.
De la experiencia gozosa del perdón recibido por Dios en este sacramento –añade– brota la gracia de ser profetas y ministros de misericordia e instrumentos de reconciliación, que tanto necesita hoy nuestro mundo.
Vida fraterna en comunidad
La vida monástica –asegura Francisco en el documento– conlleva la vida comunitaria en un proceso continuo de crecimiento, que lleve a vivir una auténtica comunión fraterna, una koinonia. Esto pide que todos los miembros se sientan constructores de la comunidad y no sólo consumidores de los beneficios que de ella pueden recibir.
La autonomía de los monasterios
En este punto, el Papa precisa que la autonomía favorece “la estabilidad de vida y la unidad interna de cada comunidad”, garantizando las mejores condiciones para la contemplación. Dicha autonomía, añade, no debe sin embargo significar independencia o aislamiento, en particular de los demás monasterios de la misma Orden o de la familia carismática.
Las federaciones
El pontífice explica que las federaciones tienen como principal finalidad promover la vida contemplativa en los monasterios que las componen, según las exigencias del propio carisma, y garantizar la ayuda en la formación permanente e inicial, como también en las necesidades concretas, intercambiando monjas y compartiendo los bienes materiales; y tendrán que favorecerse y multiplicarse en función de estas finalidades.
La clausura
El Santo Padre recuerda que “la pluralidad de modos de observar la clausura en una misma Orden ha de considerarse como una riqueza y no como un impedimento para la comunión, armonizando diversas sensibilidades en una unidad superior”. Dicha comunión –indica Francisco– podrá concretarse en varias formas de encuentro y de colaboración, sobre todo en la formación permanente e inicial.
El trabajo
Para que el trabajo no apague el espíritu de contemplación, aconseja Francisco a las contemplativas, y para que su vida sea pobre de hecho y de espíritu para consumarse en sobriedad trabajada, como les impone la profesión, con voto solemne, del consejo evangélico de pobreza, les pide que realicen el trabajo con devoción y fidelidad, sin dejarse condicionar por la mentalidad de la eficiencia y del activismo de la cultura contemporánea.
El silencio
En la vida contemplativa el Santo Padre considero importante “prestar atención al silencio habitado por la Presencia, como espacio necesario de escucha y de ruminatio de la Palabra y requisito para una mirada de fe que capte la presencia de Dios en la historia personal, en la de los hermanos y hermanas que el Señor os da y en los avatares del mundo contemporáneo”.
Los medios de comunicación
En este punto, el papa Francisco las exhorta a un prudente discernimiento para que estén al servicio de la formación para la vida contemplativa y de las necesarias comunicaciones, y no sean ocasión “para la distracción y la evasión de la vida fraterna en comunidad”, ni sean “nocivos para vuestra vocación o se conviertan en obstáculo para vuestra vida enteramente dedicada a la contemplación”.
La ascesis
Finalmente, el Santo Padre las recuerda que “vuestra vida enteramente entregada adquiere un fuerte sentido profético; sobriedad, desprendimiento de las cosas, entrega de sí en la obediencia, transparencia en las relaciones, todo se hace más radical y exigente para vosotras por la opción de renunciar también al espacio, a los contactos, a tantos bienes de la creación como modo singular de ofrecer el cuerpo”.+
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