Mons. Lozano: “La verdadera espiritualidad es un bien y hace bien”
“Jesús nos advirtió fuertemente en el Evangelio acerca de los que rezan para ser vistos por los hombres pero están lejos del querer de Dios”, recordó y agregó: (el papa) Francisco es claro cuando nos dice que ‘no sirven ni las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón’”.
“No debe haber compartimientos estancos. La vida no es así. El amor a Dios y a los hermanos sigue siendo la clave de discernimiento de una auténtica vida cristiana”, sostuvo.
El prelado planteó que “podemos cuestionarnos acerca del tiempo que dedicamos a estar delante de Jesús en el Sagrario, o meditando su Palabra, y alentarnos a profundizar en la relación de intimidad con Él. Pero debemos reconocer también que ‘a veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás”.
El obispo citó la exhortación apostólica Evangelii gaudium para destacar que “es importante caer en la cuenta de que ‘cuando un evangelizador sale de la oración, el corazón se le ha vuelto más generoso, se ha liberado de la conciencia aislada y está deseoso de hacer el bien y de compartir la vida con los demás’”.
”Nos recordaba Francisco que ‘una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo’”, indicó, y añadió: “A la ‘cara de estampita’ hay que agregarle las ‘manos a la obra’, sin lo cual corremos el riesgo de suponer que todo está bien, y vivir en una nube de falsas ilusiones”.
Monseñor Lozano volvió a citar a Francisco para sostener que “este ser discípulos misioneros de Jesucristo se alimenta de la Eucaristía y se expresa en la celebración”, y recordó que el papa emérito Benedicto XVI enseñó que “la ‘mística’ del sacramento tiene un carácter social”.
“La verdadera espiritualidad cristiana no escinde la vida. Nos enfrenta al Evangelio y nos compromete con el Plan de Dios que busca el bien y la felicidad de cada uno de nuestros hermanos”, concluyó.+
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