Mons. Lozano destacó la opción por los pobres de monseñor Angelelli
”Angelelli fue un obispo entregado a la tarea misionera y cercano a los pobres y olvidados. Su predicación estaba fuertemente arraigada en su experiencia de encuentro con la gente y en la meditación asidua de la Palabra de Dios. De allí su conocido lema ‘con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio’”, recordó.
El prelado reconoció que la tarea de monseñor Angelelli “no le fue fácil” y aseguró que “su deseo de implementar el Concilio Vaticano II y el documento conclusivo de la Conferencia de Medellín (1968) le significaron resistencia y rechazos de algunos sectores de la Iglesia riojana”.
“Su cercanía con los pobres y acompañarlos en sus reclamos por la tierra, el trabajo, la justicia, le atrajeron el rechazo de los terratenientes, los poderosos y las Fuerzas Armadas”, sostuvo y trazó un panorama del contexto de país en aquel tiempo.
”El 24 de marzo de 1976, a través de un golpe de Estado, las Fuerzas Armadas asumieron el poder iniciando así el autollamado Proceso de Reorganización Nacional, y dando fin de ese trágico modo al gobierno democrático de María Estela Martínez de Perón. Los años previos habían estado marcados por atentados, secuestros y asesinatos. Los autores: grupos guerrilleros, paramilitares y la denominada Triple A, que enlutaron al país e instalaron un clima de violencia que se respiraba por todos lados”, detalló.
”El gobierno de las Fuerzas Armadas también estuvo marcado por secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos. Hace poco (el 4 de julio) se cumplieron los 40 años de la masacre de San Patricio, en la cual fueron asesinados en esa Parroquia 3 sacerdotes y 2 seminaristas Palotinos”, recordó.
El obispo gualeguaychense advirtió que, en ese contexto país, el obispo Angelelli “estaba amenazado, lo que era algo que muchos conocían”, por lo que “se produjo una escalonada sucesión de hechos de violencia”.
“En la noche del 18 de julio de 1976 fueron secuestrados, torturados y asesinados dos sacerdotes: Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville. Ambos estaban en la Parroquia El Salvador, de Chamical. Pocos días después, el 25 de julio, también fue asesinado el catequista y miembro del Movimiento Rural Católico, Wenceslao Pedernera. Lo fueron a buscar a su casa, y cuando abrió la puerta, en esa noche, lo acribillaron a balazos. Era estrecho colaborador del pbispo. El 4 de agosto, cuando viajaba llevando la denuncia del crimen de sus dos sacerdotes, se fraguó un accidente para asesinar a Angelelli”, subrayó.
Monseñor Lozano destacó que “nuestro hermano (Angelelli) comenzó a ejercer el ministerio sacerdotal en su Córdoba natal como asesor de la Juventud Obrera Católica (JOC) y la Juventud Universitaria Católica (JUC), ambas instituciones vinculadas a la Acción Católica. En 1961, con apenas 38 años de edad, San Juan XXIII lo nombra obispo auxiliar de Córdoba. Participó de varias de las sesiones del Concilio Vaticano II, que marcarían a fuego su experiencia de Iglesia. El 11 de julio de 1968 el Beato Pablo VI lo nombra obispo de La Rioja”.
”Se dedicó incansablemente a recorrer todas las comunidades, llegando también a algunos ranchos apartados y pobres. Convocó a la Primera Semana Pastoral, de la cual participaron laicos consagrados y sacerdotes”, añadió.
El prelado afirmó que monseñor Angelelli fue también poeta y citó un texto que el obispo riojano escribió para sus 25 años de sacerdote.
Por último, monseñor Lozano memoró que cuando se cumplieron 30 años del asesinato de monseñor Angelelli, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, por lo que consideró importante citar pasajes de la homilía que el hoy papa Francisco pronunció para aquella ocasión.+
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