Mons. Arancedo alentó a los abuelos a animarse a soñar
El prelado citó este año una carta que el papa Francisco envió con motivo de la celebración del Bicentenario y que se leyó en Tucumán: “A los ancianos ‘memoriosos’ de la historia (los llama) les pido que, sobreponiéndose a esta ‘cultura del descarte” que mundialmente se nos impone, se animen a soñar. Necesitamos de sus sueños, fuente de inspiración. Solo si nuestros abuelos se animan a soñar, concluía, y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes, la Patria podrá ser libre”.
El arzobispo santafesino destacó que “junto al afecto que Francisco les manifiesta en estas palabras, nos hace una reflexión sobre la vida y la presencia de los adultos mayores, este es el término que se usa en la pastoral de la Iglesia para referirse a los abuelos, que tiene algo de denuncia y mucho de docencia”.
“Utiliza en su denuncia un término duro, ‘cultura del descarte’ que mundialmente se impone, nos dice. Esto habla de una injusticia que crece con criterios individualistas. El que ya no ‘sirve’ para un proyecto de pretendida eficiencia no existe. Frente a ello les habla de ‘sobreponerse’, es decir, no aceptar esa cultura y ocupar el lugar que les corresponde”, explicó.
“En esto nos involucra a todos, que somos quienes debemos crear las condiciones de una cultura que los respete en sus derechos y los valore en sus riquezas. Es un llamado personal a revisar nuestra actitud frente a los mayores, pero que tiene una dimensión social y política porque hace al bien y equidad de la sociedad”, agregó.
Monseñor Arancedo explicó que “en cuanto a la docencia veo en primer lugar la relación entre los ancianos y los jóvenes. No se trata de una competencia excluyente” y subrayó que “a los ‘memoriosos’ de la historia les pide que se animen a soñar. Ello no es nostalgia del pasado, sino riqueza vivida que es fuente de inspiración. Soñar es sentirse protagonista con esperanza. Soñar no es repetir lo que uno ha vivido y desde esa experiencia juzgar todo, sino saber que la historia avanza, que tiene una ventana hacia el futuro y que la debemos ir construyendo”.
“Aquí, el adulto mayor, nuestros abuelos, ocupan un lugar único en la sociedad desde el cual solo ellos nos pueden aportar su riqueza y sabiduría. Esta unidad la vemos en su conclusión cuando nos dice: ‘Necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que –inspirados en esos mismos sueños- corran hacia adelante con la creatividad de los jóvenes’”, concluyó.+
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