Mons. Aguer: habría que reformar el sistema de elecciones cada dos años
El prelado platense comenzó su reflexión diciendo que “en una república democrática las elecciones son un elemento fundamental”, pero “son precedidas, como se sabe, por una campaña que siempre resulta un proceso muy largo y costoso. Nos estamos dando cuenta ahora de cuánto cuesta una campaña y ojalá que siempre esos costos sean pagados en blanco. Pero me quiero referir a otra cosa, y es a que según nuestro régimen electoral tenemos elecciones cada dos años”.
De esta manera, explica, un gobierno elegido comienza a trabajar pero “ya está pensando en la campaña del año siguiente y eso influye notoriamente en las decisiones que hay que tomar, en las alianzas, en los reacomodamientos políticos y demás. Yo no tengo demasiada autoridad para hablar de estas cosas, pero se me ocurre, y lo he escuchado en muchas personas que entienden del asunto, que tendríamos que pensar en una reforma del régimen electoral porque las elecciones cada dos años no son una buena ayuda para los gobiernos. El actual o el que fuera”.
“Lo que nos está pasando actualmente -sostiene- es eso. Todo el mundo está pensando ya en 2017. Pero los electores, que somos todos, tenemos que tener un tiempo, un espacio suficiente como para ver cómo funciona el gobierno que se ha elegido por mayoría, y si debemos cambiar de opción o no. Esto tiene que ver también con la andadura concreta de una república democrática”.
“No sé si alguien habrá presentado un proyecto en este sentido -reflexionó el arzobispo de La Plata- pero creo que estoy interpretando el sentimiento de mucha gente y, además, veo que muchas de las personas que tienen responsabilidad de gobernar están muy preocupadas por el año que viene, tanto los que integran el gobierno como los que quedaron fuera y constituyen la oposición”.
“Aquí hay algo que me parece que habría que retocar -dijo-. Por suerte tenemos la continuidad de gobiernos democráticos y cuál sea la eficacia de ellos es otra cosa y cada uno puede opinar como le plazca pero lo que digo es algo que se refiere a la preparación de la elección de cada gobierno, de tal manera que los electores tengamos la posibilidad de juzgar adecuadamente cómo se ha gobernado y entonces decidir si cambiar o seguir con los mismos”.
El resto de su reflexión continuó en los siguientes términos: “Parece una cosa muy simple y debo decir que no sé cómo es el régimen electoral en otros países pero, tal como somos los argentinos, me parece que así, con el actual sistema, se complican las cosas, porque no se debe gobernar para la próxima elección, hay que gobernar para el pueblo, hay que cumplir las cosas que se han prometido. La mirada puesta en la elección siguiente, con todos los cálculos que se hacen acerca de mayorías y minorías y cómo va a quedar el Congreso, complica negativamente, en mi opinión, la tarea de gobierno. Insisto en que no tengo autoridad en esto, aunque creo que tengo derecho a decirlo y hacerlo correr para que piensen aquellos que sí tienen por oficio decidir acerca de estos asuntos”.
“En la Doctrina Social de la Iglesia se destacan dos principios fundamentales: la subsidiariedad y la solidaridad. Me parece que la subsidiariedad podría entenderse en este sentido. Los ciudadanos, la sociedad, las instituciones, tienen que tener tiempo para hacer su trabajo y también para evaluar la tarea de gobierno, de tal manera que se sepa si el Estado se entromete indebidamente o no en la vida concreta de la sociedad. O si cumple como corresponde, habida cuenta de las circunstancias, de las promesas electorales, de las expectativas. Las triquiñuelas electorales y los prejuicios ideológicos pueden alterarlo todo”.
“Todas estas cosas -dijo finalmente monseñor Aguer- me parecen fundamentales para mejorar la práctica democrática. La Democracia no puede quedar reducida a una banderita que se agita, no puede ser un slogan simplemente y mucho menos puede ser una engañifa electoral”.+
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