Mons. Castagna advirtió sobre los riesgos de la connivencia con los corruptos
"Somos proclives a buscar seguridades económicas, sobre todo otro interés, también quienes nos profesamos creyentes, y hasta promotores de la fe", reconoció el prelado al reflexionar sobre la parábola del rico insensato, en su sugerencia para la homilía dominical.
"Corremos el riesgo de connivencias inexplicables con los corruptos de turno, bajo el escondido pretexto de lograr un fin bueno, hasta santo", advirtió.
Monseñor Castagna subrayó que "el fin no justifica los medios", al sostener que ese comportamiento "es contrario al Evangelio".
"Jesús insiste en la transparencia y denuncia, con gran severidad, todo tipo de hipocresía farisaica. Al exponer las razones que lo inspiran deja al descubierto la insensatez de la avaricia", indicó.
"La importancia que otorga el mundo al dinero combate y destruye los valores superiores, de índole espiritual y cultural. En virtud de la misma se cometen injusticias gravísimas, hasta llegar a dañar la salud y suprimir la vida, en una población indefensa y hambrienta de paz", agregó.
Texto de la sugerencia
1.- El siniestro aspecto de la avaricia. La escandalosa acumulación de dólares - y mal habidos - es el resultado de la avaricia denunciada por Jesús: "Cuidense de la avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas". (Lucas 12, 15) Como suele hacerlo habitualmente, cierra su enseñanza con una impresionante parábola: la del rico insensato (Lucas 12, 16-21). Somos proclives a buscar seguridades económicas, sobre todo otro interés, también quienes nos profesamos creyentes, y hasta promotores de la fe. Corremos el riesgo de connivencias inexplicables con los corruptos de turno, bajo el escondido pretexto de lograr un fin bueno, hasta santo. Pero, "el fin no justifica los medios". Es contrario al Evangelio ese comportamiento. Jesús insiste en la transparencia y denuncia, con gran severidad, todo tipo de hipocresía farisaíca. Al exponer las razones que lo inspiran deja al descubierto la insensatez de la avaricia. La importancia que otorga el mundo al dinero combate y destruye los valores superiores, de índole espiritual y cultural. En virtud de la misma se cometen injusticias gravisimas, hasta llegar a dañar la salud y suprimir la vida, en una población indefensa y hambrienta de paz.2.- La parábola del rico insensato. La parábola mencionada expone una situación humana límite; un rico terrateniente comprueba que sus cosechas han superado todas las expectativas. En lugar de compartir generosamente sus acrecentados bienes con operarios y colaboradores, proyecta ampliar sus graneros para su exclusivo provecho: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, contruiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida". (Lucas 12, 18-20) ¿No constituye acaso la descripción del hombre de esta, en ocasiones, extravagante sociedad? Es preciso que, aunque inocentes, experimentemos el dolor de la culpa de los pocos - que son increíblemente demasiados - y nos pongamos a purificar moralmente lo que nos corresponda de nuestro medio ambiente: Nación, provincia, municipio, feligresía, familia e instituto educativo. Es el momento de poner las manos a la obra, sin victimizarnos o inculpar a otros, en interminables paneles de opinión que, por lo común, acaban en nada o en más irritación popular. Tenemos derecho a reclamar que jueces independientes administren justicia. Para ello, deben ser sabiamente seleccionados, asistidos y respetados por el poder político, las fuerzas de seguridad, los educadores y los medios de comunicación.
3.- La insensatez como falsificación de la verdad. El hombre de la parábola se ilusiona, sin medir la fragilidad de sus riquezas incrementadas. El misterioso anuncio de la muerte inmediata lo sorprende, sin estar preparado para enfrentarla: " Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?" Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios". (Lucas 12, 20-21) El pasajero bienestar, que proviene de la concentración de recursos monetarios, se disipa como la niebla matinal. La calificación de "insensato", destacada en el relato de la parábola, adquiere una aterradora actualidad. Los "insensatos" son innumerables y se filtran en los espacios aparentemente más protegidos de todo tipo de avaricia. El texto evangélico de Lucas, leído en la Liturgia de la Palabra de este domingo, es un llamado urgente al desprendimiento y a la liberación de la locura compulsiva por juntar plata, bien o mal habida. La virtud del desprendimiento se educa desde la cuna, y el vicio, que la contradice, se inhala en otra cuna, de contextura moralmente cuestionable. La gracia de Cristo cambia los corazones y crea las condiciones familiares y sociales para que la solidaridad encuentre su auténtico camino de inserción, tanto en las personas como en las comunidades.
4.- Desprendimiento duro pero saludable. La parábola del rico insensato posee un dejo de amargura que golpea la conciencia de los más distraídos. El chasquido de ese impacto se hace oír a diario, en toda muerte súbita o clinicamente preanunciada. Es allí donde se esfuman irremediablemente los proyectos de un prolongado bienestar económico soñado. La parábola no deja margen para la duda. - "Esta noche vas a morir" - constituye un desprendimiento doloroso, pero saludable, del engaño en el que pretende encapsularnos el mundo frívolo imperante. Para que el pensamiento de la muerte deje de ser una inevitable tragedia, debemos acudir a la fe. Cristo ha vencido a la muerte, al quitar el pecado. La avaricia es el pecado que Cristo denuncia y vence en sus auténticos seguidores.+
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