Se trata de una iniciativa más de la Limosnería Apostólica Vaticana, que preside monseñor Konrad Krajewski, -la persona que ejerce de forma cotidiana la caridad en nombre del Papa- quien aprovechando el caluroso mes de agosto romano organizó una serie de paseos a la playa para las personas sin techo que viven en Roma y que incluye una pizza al culminar la jornada.
El limosnero, acompañado por algunos guardias suizos y gendarmes vaticanos, visita dos tardes a la semana a las personas sin hogar que duermen en las dos grandes estaciones de Roma para llevarles alimentos y ofrecerles un poco de compañía.
Después los invita al mar. En la camioneta, que conduce él mismo, están los trajes de baño y las toallas. Todo preparado para ofrecer un poco de normalidad a quienes hace tiempo que la perdieron.
La localidad elegida es Passoscuro, en el litoral que se encuentra a unos 30 kilómetros de Roma, cerca de Fregene.
“Somos un grupo ‘sui generis’, indicó el prelado al diario La Stampa, porque los que viven en la calle tienen la cara muy oscura por el sol, pero el cuerpo es blanco como la leche”. Y así, estas personas pueden disfrutar un poco de playa a orillas del mar.
En lo que va del verano, los “sin techo” que han participado en estas excursiones guiadas por monseñor Krajevski son unos cien. En el último grupo había dos albaneses, un afgano, un ucraniano, un georgiano, un hindú y tres italianos —explicó. Durante el viaje cantamos, escuchando la radio. Para estos hermanos nuestros que viven en necesidades y acostumbrados a la precariedad, son ocasiones que permanecen en la memoria, tienen la posibilidad de sentirse como todos los demás. Más de uno, al volver a verme, me preguntó: “Padre, ¿cuándo nos lleva al mar?”.
“Siempre acabamos el paseo en la pizzería —explicó monseñor Krajevski—, como muchas personas que están de vacaciones en este período, pero “esta pizza la invita el Papa”.
“Es cierto que no salvamos el mundo con estas iniciativas. No resolvemos los tantos problemas de los sin techo de Roma, pero al menos les restituimos un poco de dignidad”, afirmó el limosnero pontificio al diario La Stampa.
“Quizá, añadió, sí cambien un poco varios mundos, el de cada una de estas personas, como sucedió con la visita a la Capilla Sixtina, la tarde de circo o la barbería y la duchas instaladas en la columnata de San Pedro y los servicios médicos y consultas de especialistas.+
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