El Card. Oullet y Mons. Fisichella en el inicio del Jubileo de la Misericordia en América
Ante sacerdotes, religiosos, laicos, cardenales y obispos presentes, monseñor Fisichella aseguró que “este es el tiempo de la misericordia” y que, tal como explicó el papa Francisco, “no es un tiempo para estar distraídos, sino al contrario para permanecer alerta y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial”. “Es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre”, afirmó.
El presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización explicó que eligió, entre los muchos rostros que representan la belleza de la misericordia, la liturgia y el testimonio, porque en el primero “se capta la verdad profunda de la misericordia como esencia de la Trinidad”, y el segundo muestra “la vida de los creyentes”, que como el corazón inquieto del que habla San Agustín, no se queda tranquilo hasta verse “convertido en instrumento de misericordia”.
Sobre la liturgia eucarística, señaló que “desde el inicio hasta el final, la misericordia constituye la referencia constante para entrar purificados y vivir dignamente la celebración de los sagrados misterios”. “La Eucaristía nos acerca siempre a aquel amor que es más fuerte que la muerte”, señaló, mientras que “es el sacramento de la penitencia o reconciliación el que allana el camino a cada uno, incluso cuando se siente bajo el peso de grandes culpas”.
Así, citando la Misericordiae vultus del papa Francisco, el prelado afirmó que cada vez que alguien tenga necesidad del “gran río de la misericordia”, podrá acudir a ella porque “la misericordia de Dios no tiene fin”. “El tiempo litúrgico es entonces, con toda razón, el tiempo de la misericordia”, aseguró.
Luego, al abordar “la misericordia como testimonio”, monseñor Fisichella advirtió de la tentación “de encerrarse en sí mismo, en la indiferencia y en el cansancio”. Sin embargo, también recordó las palabras del Sumo Pontífice que, como provocación a la vida de fe, señala que “dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia”.
“La presencia activa del creyente requiere estar permeada por la misericordia con la cual profesa la fe, que lo hace discípulo de Cristo; con la que pone de manifiesto el amor, que lo incita al obrar; con la que proclama la esperanza, que le permite estar siempre en camino hacia el cumplimiento de la promesa. Las palabras del Papa Francisco deben interpretarse como el trazado de un itinerario”, indicó.
Asimismo invitó a dar voz y forma a la fecundidad de la misericordia, descubriendo e inventando nuevas obras de misericordia corporales y espirituales. “Esta es una obligación para la Iglesia porque, al hacerlo, ella puede comprenderse realmente inserta en la historia que vive y en la que está llamada a ser ‘signo e instrumento’ de la misericordia del Padre”, señaló.
Finalmente, propuso que una vez concluido el Año Santo de la Misericordia, “la mirada después del 20 de noviembre deberá ser capaz de seguir considerando la misericordia como el lugar privilegiado en donde es posible hacer la experiencia de la fe que se reaviva, de la esperanza que se refuerza y de la caridad que no se fatiga”.
Luego de la conferencia de monseñor se dio paso a un diálogo con los participantes que, posteriormente, continuó en grupos de trabajo donde se compartió en torno a las exigencias y a los desafíos para vivir en la Iglesia y en la sociedad este tiempo de la misericordia.
Card. Ouellet: La cruz de Cristo es la obra maestra de misericordia de la Santísima Trinidad
El Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el Continente Americano se inauguró este sábado 27 de agosto con una misa en la basílica de la Virgen de Lourdes en Bogotá, presidida por el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL).
Previo a la Eucaristía, se realizó una procesión que partió del hotel donde se realiza el encuentro, hacia la Puerta Santa que está en la basílica mariana. Acto seguido, se realizó una liturgia penitencial que culminó con la administración del sacramento de la reconciliación a sacerdotes y fieles reunidos.
En su homilía, el presidente de la CAL reflexionó sobre el pasaje evangélico donde Cristo resucita al único hijo de una viuda. Jesús, recordó el cardenal, ordenó al joven que se levante y se lo entregó a su madre, “causando gran impresión” entre los presentes.
“Este gesto espectacular de misericordia preparaba la guía para lo que debía suceder más tarde en la cruz donde la muerte fue derrotada por el amor misericordioso de Dios”, explicó.
“La cruz de Cristo –añadió– es el acontecimiento central de la historia de la humanidad, es la obra maestra de misericordia de la Santísima Trinidad”, la cual abre el cielo a los pecadores por el poder redentor de Jesús.
Sin embargo, advirtió que “paradójicamente la historia parece desmentir la verdad de la redención de Cristo, ya que los acontecimientos de los siglos muestran mucha resistencia a la gracia de la fe cristiana. Entre más cercano y misericordioso se revela el Señor, más rebelde se revela el hombre que se encierra en la incredulidad, el ateísmo, la indiferencia e incluso la persecución”.
“En el contexto actual de persecuciones cada vez más grandes contra los cristianos, nosotros nos unimos en la oración con el Sucesor de Pedro que nos invoca a dar un testimonio más fuerte y eficaz de la misericordia”, añadió.
El cardenal Ouellet indicó que “en tiempos apocalípticos como los nuestros, siguiendo la indicación explícita del papa Francisco, es preciso levantar los ojos hacia el Señor”; y afirmó que “a la luz del Concilio Vaticano II, la Iglesia vuelve cada vez más al centro del Evangelio, que consiste en la veneración de la Divina Misericordia”.
“Cristo, Luz del mundo, es nuestra esperanza en medio de una coyuntura internacional compleja y violenta donde la Iglesia Católica siente la responsabilidad de anunciar la gracia de la salvación y así construir la paz en el mundo”. “El reto es grande y no lo podemos sostener sin pedir insistentemente la gracia de Dios sobre nosotros y nuestras comunidades”, afirmó.+
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