Mons. Aguer: “Es mi obligación de pastor advertir sobre la presión negativa que ejerce la cultura vigente”
Tras hacer algunas precisiones en cuanto a sus afirmaciones radiales posteriores, advirtió sobre el peligro que conlleva “la ligereza de algunos periodistas”.
El prelado dijo haber recibido “varios cientos de mensajes de adhesión” por sus declaraciones y destacó que todos dicen: “Por fin alguien habla”.
Monseñor Aguer dijo que no le extrañaba “el intento de oponer mi estilo pastoral al del papa Francisco” y recordó que “el año pasado un periódico de fin de semana me calificó de ‘enemigo histórico suyo’”.
“Sé muy bien quién es el Sumo Pontífice y el amor y obediencia que le debo. En cuanto al estilo, ¿por qué olvidan la frecuente dureza de sus pronunciamientos? No son todo caricias. Si alguien curioseó en mi abundante obra escrita, habrá notado que no soy un obsesionado por las cuestiones sexuales. Pero estoy seguro de que el Señor conoce nuestras conciencias y nos juzgará según nuestras obras; también tendrá en cuenta el sexto mandamiento”, subrayó.
“Como pastor de la Iglesia debo advertir sobre la presión negativa que ejerce la cultura vigente, en especial sobre los jóvenes. No pretendo compararme con San Pablo, pero lean, por ejemplo, su primera carta a los Corintios”, sugirió.
Texto la carta publicada en “La Nación”
Apelo al culto que desde siempre “La Nación” tributa a la libertad de expresión para enviar esta carta sobre la nota que me concierne publicada el domingo 28. La bulla tuvo origen en mi artículo “La fornicación”, publicado el 23, en “El Día”, de La Plata.
El género de ese escrito podría definirse “crítica de las costumbres”; se me ocurrió porque leo la sección Espectáculos del cotidiano platense y porque en el suplemento deportivo de “La Nación” encontré que el Ministerio de Salud brasileño había enviado 450.000 preservativos a la Villa Olímpica. Parece que fueron usados; acabo de enterarme de que al concluir los Juegos los baños estaban taponados por la cantidad de condones arrojados en ellos.
Los periodistas que me entrevistaron en los últimos días no parecían haber leído mi artículo; sus preguntas iban dirigidas a que yo les diera la razón; después ellos quedaban con el micrófono y podían criticar o burlarse a voluntad. Jamás dije, como aparece en la nota de “La Nación” que “la masturbación es animaloide” más aun nunca mencioné esta conducta. Cité un pasaje de Aristóteles, donde el filósofo sostiene que el desenfreno (alokasía, en griego) “se da en nosotros no en cuanto somos hombres, sino en cuanto animales”. La ligereza de algunos periodistas me parece un peligro.
He recibido varios cientos de mensajes de adhesión; todos dicen: “por fin alguien habla”. No me extraña el intento de oponer mi estilo pastoral al del papa Francisco. El año pasado un periódico de fin de semana me calificó de “enemigo histórico suyo”. Sé muy bien quién es el Sumo Pontífice y el amor y obediencia que le debo. En cuanto al estilo, ¿por qué olvidan la frecuente dureza de sus pronunciamientos? No son todo caricias. Si alguien curioseó en mi abundante obra escrita, habrá notado que no soy un obsesionado por las cuestiones sexuales. Pero estoy seguro de que el Señor conoce nuestras conciencias y nos juzgará según nuestras obras; también tendrá en cuenta el sexto mandamiento.
Como pastor de la Iglesia debo advertir sobre la presión negativa que ejerce la cultura vigente, en especial sobre los jóvenes. No pretendo compararme con San Pablo, pero lean, por ejemplo, su Primera Carta a los Corintios.+
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