Misión, escucha, comunión y opción por los pobres: las claves del Sínodo Porteño
En el marco de la fiesta de Pentecostés, comenzó en Buenos Aires el Sínodo Arquidiocesano, que se desarrollará durante el trienio 2017-2019, en preparación para el Jubileo de los 400 años de vida de la arquidiócesis.
En su carta, el cardenal Poli recuerda la misión del Espíritu Santo, “quien lleva a su plenitud el misterio pascual: Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión a la derecha del Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Como un fruto maduro del árbol de la Cruz, hoy se derrama sobre la Virgen María y los apóstoles el Espíritu Santo, que también es llamado Don, porque a todos nos ha sido dado”, y asegura que “el Espíritu Santo Don es el protagonista insustituible del Sínodo Arquidiocesano. A Él nos encomendamos confiados, porque lo reconocemos como el mejor amigo y compañero en el camino que emprendemos todos los bautizados de esta iglesia que peregrina en Buenos Aires”.
El arzobispo destaca también que la palabra Sínodo significa “hacer juntos el camino”, el camino que es Cristo, “ya que por medio de Él tenemos acceso al Padre”.
Por otra parte, el purpurado manifiesta la intención del Sínodo de sumarse al sueño del papa Francisco, de “una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”.
En este impulso evangelizador, el Papa propone que todos los bautizados sean consultados sobre las acciones pastorales: “El camino sinodal comienza escuchando al pueblo, que ‘participa también de la función profética de Cristo’, según un principio muy estimado en la Iglesia del primer milenio: Lo que a todos concierne, debe ser tratado por todos”.
Luego, considera que “el camino del Sínodo prosigue escuchando a los Pastores”, y para hacer camino en el Sínodo Arquidiocesano, la Iglesia cuenta con la valiosa ayuda de los sacerdotes y diáconos, quienes, “como pastores de un inmenso y variado rebaño, al frente de las comunidades, conocen de cerca las necesidades e inquietudes de sus fieles”. De igual modo se espera la participación de los consagrados, quienes también “pastorean” a la grey porteña, al estar comprometidos con las obras de misericordia.
El camino recorrido
Al retomar la historia de la arquidiócesis, cardenal Poli recuerda la obra misionera que llegó a Buenos Aires como herencia, y el camino recorrido por la Iglesia porteña, donde “la siembra evangélica caló hondo”, acompañando el proceso de la Patria naciente. Además, el cardenal reconoce el valor de los inmigrantes que poblaron nuestra tierra e “introdujeron un renovado vigor a la Iglesia”.
“Al hacer memoria agradecida de nuestras raíces, entendemos mejor nuestro modo de ser. La ciudad que nos alberga muestra los rostros de hombres y mujeres que nos recuerdan que descendemos tanto de los toldos como de los barcos, aunque por momentos no parecen reconocerse como de una identidad común. La diversidad cultural es riqueza y ofrece a la Iglesia un desafío que el Evangelio es capaz de iluminar. El Sínodo tiene que mirar su historia para comprender su presente y sacar de sus reservas las fuerzas que nos permitan salir al encuentro de nuevas realidades humanas que nos toca evangelizar”, afirma el cardenal Poli.
La actualidad: Iglesia pobre para los pobres
En cuanto a la actualidad en la arquidiócesis, el purpurado destaca los “contrastes dolorosos” que existen en la ciudad. “La marginalidad castiga especialmente a niños y jóvenes”, detalla el arzobispo, y provoca “que la falta de equidad para amplios sectores genere violencia, muchas veces causada por la ausencia de necesidades básicas para sobrevivir en un medio tan adverso e inhumano”.
En este marco, “la fe cristiana anima a multitud de familias de uno y de otro sector de la población y son mayoría los que viven de un trabajo honrado y crean vínculos familiares permanentes en base al amor y a valores cristianos que transmiten a sus hijos”, asegura el arzobispo, y propone “acercar la fuerza redentora del Evangelio que siempre tiende puentes solidarios que superan ampliamente a las ideologías”.
“Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, expresa el cardenal Poli, y asegura que “ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sentido de la fe, en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos”.
El cardenal primado destaca también la dimensión de la escucha, de la Iglesia servidora que quiere avanzar en el camino sinodal ofreciendo con humildad el servicio de la escucha a todos los bautizados, y hace referencia a la “obediencia de la fe”, a la traducción de la Palabra en obras.
“Para escuchar bien a los hermanos hace falta reconocer que el único camino consiste en aprender a encontrarse con los demás, acercarse a sus vidas y sus cosas con la actitud adecuada, sin prejuicios y con un lenguaje claro y cordial, además de valorarlos y aceptarlos como compañeros de camino, sin resistencias internas”, reconoce el cardenal Poli, y expone el ejemplo de María “la perfecta discípula”.
La importancia de la comunión eucarística
“El camino sinodal que emprendemos es de largo aliento y necesitamos de la fortaleza espiritual que solo nos viene de la gracia”, afirma el arzobispo, y recuerda que “con Jesús de compañero de camino podremos escuchar y comprender mejor a nuestros hermanos y a lo que el Espíritu le dice a esta Iglesia particular”. Con énfasis en la importancia de la comunión eucarística, el purpurado señala que “es ahí donde se enciende la caridad pastoral y nos concede la gracia de ver a nuestros hermanos con su misma mirada compasiva y misericordiosa”.
“El camino de nuestro Sínodo porteño tiene una sola dirección: de la Eucaristía a las periferias para encontrarnos con los más alejados. De esta manera podremos considerarnos una Iglesia ‘en salida’”, sostiene.
Las etapas del trienio
Para finalizar, el purpurado detalla la duración del Sínodo, que se extenderá hasta el Adviento de 2019. Su clausura coincidirá con la celebración del Jubileo de los 400 años del nacimiento de la arquidiócesis.
La primera etapa del trienio, en 2017, estará dedicada al Espíritu Santo, y a la promoción de la consulta a todos los bautizados y la escucha de inquietudes y críticas. En 2018, el Sínodo se centrará en reconocer y contemplar el rostro de Jesús en el prójimo. Se decidirán y ordenarán las prioridades surgidas de la consulta y se trabajará en grupos según las áreas pastorales que ya existen y las que deberán ser creadas para encauzar las nuevas propuestas.
El comienzo del 2019 estará dedicado a pedir luces para conocer la voluntad de Dios Padre en la vida y misión de la arquidiócesis. Luego se elaborarán las declaraciones y decretos que surjan de cada área pastoral y conformarán un documento que exprese con la mayor fidelidad el camino recorrido: certezas, orientaciones y conclusiones del trabajo sinodal, material que se dará a conocer a todo el pueblo de Dios, una vez que el arzobispo las apruebe.
En 2020 se celebrará el Jubileo del IV Centenario de la Arquidiócesis de la Santísima Trinidad, agradeciendo a Dios “por habernos bendecido con tantos frutos espirituales y pastorales en este tiempo, y por habernos permitido servir a su Iglesia y a su misión”.
Claves del sínodo
Se tienen en cuenta dos premisas: “El tiempo es superior al espacio”, lo que permite trabajar a largo plazo; y “la unidad prevalece sobre el conflicto”, para hacer posible desarrollar una comunión en las diferencias.
En el camino sinodal, indica el arzobispo, “conviene tener presente el consejo de San Agustín: ‘En los temas opinables, libertad; en lo esencial, unidad; en todo momento, caridad’. Todos saldremos edificados y contentos si buscamos por medio del diálogo, el consenso deseado, superando el desánimo que causa la confrontación estéril”.
Finalmente, el purpurado hace hincapié en el espíritu que debe animar este Sínodo: impulso evangelizador, diálogo sinodal, riqueza que proviene de la diversidad, oración, escucha, humildad y claridad para discernir y elegir el mejor camino para la misión. Destaca la “espiritualidad de la comunión”, un camino espiritual que tiene su punto de partida “en una actitud del corazón del varón y de la mujer que contempla el misterio de la Trinidad, manifestado en Jesucristo, reconoce su luz y su huella en los seres humanos y es capaz de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico como alguien que le pertenece, valorando todo lo bueno que Dios ha sembrado en él y dándole espacio en su propia vida”.
Desde una espiritualidad de comunión, señala el cardenal Poli, “toda obra pastoral se hace más verdadera y audaz, busca la raíz de su inspiración evangélica y se proyecta confiada para responder a las profundas esperanzas del mundo. Una auténtica espiritualidad de comunión nace de la Eucaristía. Ella colma con sobrada plenitud los anhelos de unidad fraterna que alberga el corazón humano”. Esta actitud “se alimenta en la escucha constante de la Palabra de Dios, en la liturgia dominical, en la celebración gozosa del sacramento del perdón, en la oración personal y en la misma vida comunitaria con todas sus exigencias”.
El purpurado considera que la sinodalidad diocesana “es el camino que puede generar nuevos procesos de comunión participativa y abierta para renovar la misión, que constituye el gran marco de este Sínodo de Buenos Aires”, y desea que “todos, rebaño y pastores, en un mismo espíritu, renovemos nuestra vocación apostólica, para que la misión se convierta en pasión entusiasta y nuestra Arquidiócesis asuma el modo de ser sinodal, para llevar a Cristo a todos los habitantes de nuestra querida ciudad”.
Publicar un comentario