Mons. Martín: “Cuando nos olvidamos de Dios perdemos la identidad”
Los peregrinos iniciaron su marcha a las 7 desde la catedral Nuestra Señora del Rosario y se dirigieron, llevando la imagen de la Virgen, hacia el Convento Histórico de San Lorenzo, donde el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín, presidió la misa.
El arzobispo comenzó su homilía dando gracias a Dios por esta peregrinación, y por la alegría que los fieles manifestaron por las calles, transmitiendo el testimonio de la fe.
En el marco de la fiesta de la Santísima Trinidad, el prelado destacó que “nuestro fin está en Dios, el objeto de nuestra vida es Dios” y, evocando a San Agustín, recordó: “Nos hiciste señor para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti”.
“Tenemos que acceder al misterio de Dios, que por nuestras solas fuerzas es muy difícil, pero sin embargo como Él es el objeto y el fin último de nuestra vida, la peor ignorancia que pueda tener una persona es no conocer a Dios”, expresó.
“Puede haber alguien que haya estudiado mucho, que tenga muchos títulos, pero si no conoce a Dios es el más pobrecito de todos. Conocer a Dios es la sabiduría mas grande”, detalló monseñor Martín, e insistió en “conocer a Dios para poder amarlo y servirlo; y después amarlo y servirlo en nuestros hermanos como el camino que nos une a Dios”.
El prelado advirtió que “el peor pecado es el olvido de Dios. Vivir la vida, el trabajo, el matrimonio, los hijos, el estudio, las vicisitudes de cada día, la enfermedad, las distintas cosas de la vida sin Dios, olvidando a Dios”, porque cuando nos olvidamos de Dios perdemos la identidad, no sabemos quiénes somos.
“En Jesús, su hijo hecho hombre, hemos recibido el perdón de los pecados y si creemos en Él tendremos vida eterna. Jesús, con el padre, nos han enviado desde el Cielo el Espíritu Santo, que nos fortalece y nos llena de ese amor que nos permite estar en Dios y amar a nuestro prójimo”, indicó, y expuso el ejemplo de María, que “estaba llena de gracia, llena de dios. Estaba atenta a Dios, hacia memoria del Señor y de la historia que Dios había ido tejiendo con su pueblo, por eso cuando el ángel le anuncia la gran noticia de que iba a ser la madre del Salvador, ella dice que sí”.
“Tenemos que aprender de la virgen a vivir todo en la presencia de Dios”, animó el prelado, y sostuvo que “el mundo necesita de hombres y mujeres que con su vida le recuerden que Dios es el sentido de todo”.
El arzobispo recordó la necesidad de rezar por las vocaciones, y aseguró que “las vocaciones nacen en la familia. Es el semillero, es el primer lugar donde uno aprendie a rezar”, por eso afirmó que “necesitamos familas unidas, familias realmente cristianas”.
“Se necesita que hombres y mujeres, con su consagración, recuerden que el sentido de la vida es Dios, que no estamos para ganar plata ni para lo que el mundo nos ofrece, sino para conocer y amar a Dios, amando a nuestro prójimo, haciendo este mundo mejor, pero sabiendo que somos peregrinos del cielo, de la eternidad”, concluyó, pidiendo “para que en nuestras familias surjan las vocaciones”.+
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