Dios interviene en la vida de los hombres como una suave brisa

Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): Comentando y reflexionando sobre la liturgia del domingo XIX durante el año, como lo hace todas las semanas, el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, se detuvo primero en un pasaje del Libro de los Reyes, donde se muestra a Dios que interviene en la vida del hombre, cuando este se siente agobiado por los problemas de la vida y busca refugio en Él.
Comentando y reflexionando sobre la liturgia del domingo XIX durante el año, como lo hace todas las semanas, el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, se detuvo primero en un pasaje del Libro de los Reyes, donde se muestra a Dios que interviene en la vida del hombre, cuando este se siente agobiado por los problemas de la vida y busca refugio en Él.

Esa lectura bíblica, destacó monseñor Martorell, "nos presenta al profeta Elías, que abatido por las luchas y persecuciones, sube al monte Horeb para encontrar a Dios, sube al monte donde Dios se encontró con Moisés. Allí Dios le dice al profeta: “sal y aguarda al Señor en el monte”. El profeta obedeciendo a Dios espera. Primero escuchó un viento huracanado, pero allí no estaba Dios; luego siguieron un terremoto y hasta fuego, pero como dice el texto: “en el viento… en el terremoto… en el fuego no estaba el Señor”. “Se escuchó un susurro” y allí estaba Dios. Dios estaba en una brisa suave, pues quiere aquietar los ánimos del profeta que está cansado y agobiado, quiere manifestarse como el Señor del auxilio y de la paz; por eso no lo preceden las tormentas de la naturaleza. El Señor quiere manifestar su delicada bondad para con el Profeta que está cansado y desesperado. Dios quiere infundir su paz y su ternura a aquel profeta fiel que en su nombre trabaja y predica. Es por eso que se manifiesta como “un susurro”, manifestándole también la calidez de su intimidad.

"El Señor -prosiguió el obispo de Puerto Iguazú- se comunica así también con nosotros cuando estamos cansados y abatidos, ya sea por nuestros fracasos o por nuestros pecados que arraigados en nuestro corazón no podemos superar y recurrimos a Él. Es necesario afinar el oído espiritual para captar el leve susurro que aquietará nuestros corazones. Allí se hará oír Dios para darnos de nuevo la paz y la fortaleza en el corazón. Acudir al buen Dios es como una necesidad del corazón frente a nuestras fatigas en el camino de la vida. Él se convierte en nuestra fortaleza y aliento".

Tras reflexionar sobre el Evangelio donde se narra el episodio de Jesús caminando sobre las aguas, monseñor Martorell exhortó a "comprender que nuestra fe viene de Dios y en Él debemos apoyarnos como una plataforma de lanzamiento para ir a la vida y llevarlo a todos", porque "Dios es nuestra esperanza y aunque a veces nos acompañe de lejos está siempre dispuesto a socorrer nuestras necesidades y dificultades. Y cuando nos sintamos agobiados, angustiados, con dudas y con sensación del fracaso, allí está Jesús que nos susurra en el corazón o nos toma de la mano como a Pedro", porque "Él es el Señor de la vida, de la historia, es el Señor de nuestra propia historia personal".+

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