El Premio es una iniciativa del Parlamento Europeo y se concede a individuos o grupos distinguidos por la defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Entre los candidatos de este año, además de Asia Bibi, están: Aura Lolita Chávez Ixcaquic, defensora de derechos humanos de Guatemala; Selahattin Demirtas y Figen Yuksekdag, copresidentes del Partido Democrático Popular Curdo (HDP) en Turquía; grupos e individuos que representan a la oposición democrática en Venezuela; Dawit Isaak, dramaturgo sueco-eritreo, detenido en 2001 por las autoridades eritreas; Pierre Claver Mbonospa, activista de derechos humanos en Burundi.
Peter Van Dalen, miembro del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos en el Parlamento Europeo, quien propuso la candidatura de Asia Bibi, explicó que “el caso de Asia tiene una importancia simbólica para otros que sufren por la libertad de religión o de expresión”. “En ella se ve la situación de toda la comunidad cristiana. Su caso es trágicamente indicativo de la inseguridad de todas las minorías en lo que se refiere al respeto de los derechos humanos fundamentales”, comentó por su parte Kaleen Dean, analista intelectual paquistaní. "Está en juego la libertad de religión en Pakistán. “Si ganara el Premio Sájarov, Asia Bibi recibiría 50.000 euros. Sin embargo, hay algo en juego que vale más que el dinero: es el reconocimiento de la libertad de religión en Pakistán”.
“El gobierno -dijo- esconde la cabeza en la arena para no oír el grito de las comunidades religiosas minoritarias”. El caso de Asia Bibi pone en evidencia la ley de blasfemia: Las denuncias de blasfemia son un instrumento de lo que se ha convertido en una opresión estatal contra las minorías. Los gobernadores deben tener el valor y la visión de reformar la ley de blasfemia”, concluyó Dean.
“El primer ministro pakistaní Shahid Khaqan Abbasi, asistiendo estos días a la 72 Asamblea General de las Naciones Unidas, se negó cínicamente a hablar de la ley de blasfemia, diciendo sólo que el parlamento paquistaní es el órgano encargado de enmendar las leyes”, declaró Nasir Saeed, director de la ONG Claas (Centro de Ayuda y Asistencia Legal) comprometida con la defensa de las minorías religiosas en Pakistán. “Desde hace años -dijo Saeed-, el tema es tabú, e incluso el primer ministro de Pakistán tiene miedo de hacer comentarios. Es papel del primer ministro asegurar que no se abuse de las leyes, pero la ley de blasfemia se explota regularmente como herramienta de venganza para perseguir a gente inocente. En los últimos años aumentó el abuso de la ley de blasfemia. Ahora se considera una manera simple, rápida y barata de resolver disputas privadas”.
“La ley de blasfemia -concluyó Saeed- no está en línea con las normas internacionales de derechos humanos y el abuso plantea nuevas violaciones del derecho internacional. El Gobierno de Pakistán no afronta esta cuestión tan importante, a pesar de que se trata de una cuestión de vida o muerte”.
El director de Claas dijo que hay numerosos casos de blasfemia basados en alegatos falsos y en la ausencia de investigaciones judiciales: “Por eso pedimos al primer ministro Abbasi que incluya el tema en la agenda de su gobierno y lo someta al Parlamento” concluyó.
Asia Bibi es una mujer católica y madre de cinco hijos, miembro de la única familia cristiana de su poblado en Punjab, a unos 48 kilómetros de la ciudad de Lahore. Al beber agua de un pozo, otras mujeres intentaron evitarlo por su supuesta "impureza" lo que originó una discusión. Bibi respondió a los insultos por su religión afirmando su fe: "Yo creo en mi religión y en Jesucristo que murió en la Cruz por los pecados de la humanidad. ¿Qué hizo su profeta Mahoma para salvar a la humanidad?". Esta última frase fue tomada como un insulto y una blasfemia, actos que en Pakistán son castigados con pena de muerte.
Asia Bibi fue la primera mujer de su país condenada formalmente a muerte en aplicación de la ley de blasfemia y los intentos de defenderla sólo han podido suspender la ejecución sin devolverle la libertad. Los principales funcionarios que trabajaron por su liberación, el líder católico y Ministro de Minorías Shabahz Bhatti y el gobernador de Punjab Saalman Taser, fueron asesinados por criticar la ley de blasfemia. La presión de los extremistas evitó que se llegue a una decisión final en favor de la mujer que permanece en prisión desde su condena en 2010.+
Publicar un comentario