En esa parábola “es claro distinguir que el propietario es Dios, la viña es Israel, los viñadores son los dirigentes de Israel, los servidores son los profetas y el hijo es Jesús”, explicó.
Asimismo, a la luz de las lecturas bíblicas del 27º domingo “durante el año”, el prelado propuso tres puntos de meditación sintetizados en tres palabras: Rechazar, angustiar y fruto.
1. Rechazar la piedra angular
Cuando Jesús les aplica la parábola a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo les cita el salmo 118 profetizando dramáticamente que han rechazado al Mesías, al Dios verdadero. La piedra angular es la que se colocaba habitualmente como base en los cuatro ángulos de las grandes edificaciones cuadradas o rectangulares. Si esas piedras se quitan, se cae toda la edificación ¡Cristo es la piedra angular! Hoy en día, aunque no lo hagamos de palabra, puede ser que “rechacemos” en la práctica que Jesús sea nuestra piedra angular, nuestro cimiento firme, nuestra base segura e inamovible.
¿Cómo están los cimientos de mi vida hoy? ¿Es realmente el Señor la solidez de mi corazón? ¿Elijo que Él sea la base de la construcción de toda mi existencia? En mi vida personal, familiar y de grupo: ¿Cristo está a la base? ¿Es la Roca firme donde se construye el resto?
2. No dejarse angustiar por nada
La segunda lectura (Flp. 4, 6-9) comienza por un “no se angustien por nada”. Es la invitación que hace Pablo -no en un sentido superficial- sino sumamente realista sabiendo que Dios cuida de su pueblo. Este “cuidado de los corazones y pensamientos” se expresa también en algunos verbos que aparecen en la primera parte de la primera lectura: cavó, limpió, plantó, edificó, excavó… Estas “acciones” expresan el afecto, la predilección de Dios por su pueblo que es la viña ¡Cuánta dedicación, delicadeza y confianza! ¡Cuánto amor, ternura, bondad y misericordia! Dios está con nosotros siempre, por lo tanto podemos apartar la angustia de nuestra vida ¡No nos dejemos angustiar por nada ni por nadie!
¿Qué realidades me angustian hoy? ¿Qué me produce angustia? En medio de las “angustias de la vida”: ¿Experimento la predilección de Dios? ¿Descubro que para Él soy único e irrepetible, infinitamente importante en cuanto creación particular? ¿Me dejo cuidar y acompañar por el Señor?
3. Entregar y dar fruto a su debido tiempo
Los verbos de la segunda parte de la primera lectura (Is. 5, 1-7) son muy duros. Expresan el resultado del rechazo del cuidado y acompañamiento de Dios. Este rechazo se manifiesta en el “no dar fruto bueno” de esta lectura y el de “no entregar los frutos” presente en el Evangelio. Hoy nosotros, viña del Señor, Iglesia de Cristo, debemos preguntarnos si estamos dando y entregando el fruto esperado. Respondiendo así a un Dios que tiene con todos y cada uno de nosotros amor y cariño. A la luz de la segunda lectura podemos pensar en los buenos frutos de la comunidad cristiana: oración y súplica, acción de gracias, paz, verdad y nobleza, justicia y pureza, amabilidad y honradez, virtud y alabanza.
¿Estoy dando fruto en mi vida? ¿Qué tipo de fruto? ¿Qué frutos de vida nueva tal vez esté esperanzo el Señor en este tiempo que estamos transitando? ¿Son “frutos” de la gracia de Dios en mi vida alguna de estas 12 cualidades que aquí describe San Pablo? ¿Cuáles de ellas están más cultivadas y cuáles habrá que fortalecer más en este momento? +
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